domingo, 27 de outubro de 2013

PRÁDANOS DE OJEDA – nuestros animales silvestres (12)




                             
  La Fundación Biodiversidad, una entidad pública del Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, en España, desarrolla varios proyectos con la firme e imperiosa finalidad de ‘mejorar el estado de conservación de los espacios naturales, las especies y los ecosistemas, e impulsar su conocimiento mediante actuaciones de investigación, formación, sensibilización y comunicación ambiental’. Siguiendo, pues, el esclarecimiento sobre los cuatro proyectos relacionados con la calidad del aire y la salud -ya lo hice sobre los tres anteriores-, comentaré el cuarto y más importante proyecto intitulado ‘Salud y Calidad del Aire’, ejecutado por la Fundación Ecología y Desarrollo > una organización privada, independiente y global, que ‘busca cómplices entre la ciudadanía, las organizaciones de la sociedad civil, las empresas y las administraciones públicas, para acelerar la transición a una economía verde, inclusiva y responsable, enmarcada en una nueva gobernanza, mediante la innovación y la creación de puentes y alianzas’. Sin duda, grandes objetivos prioritarios en España que siempre va a remolque de la Unión Europea. Son tres prioridades realmente importantísimas si llevadas a cabo con eficiencia y concretización > en el sentido más castizo de este término castellano, o sea, ‘acción y efecto de ser preciso, determinado, sin vaguedad’:
       1º- analizar los factores ambientales sobre la salud humana;
     2º- formular propuestas factibles y concretas para mejorar la salud ambiental y el desarrollo sostenible, extensivas a las poblaciones urbanas en general; y
     3º- sensibilizar a la opinión pública y a todos los agentes [del estado, provincia y municipio], acerca de la influencia del medio ambiente en la salud humana y la importancia de las intervenciones de cualquier tipo que sea, con la intención de mejorar la salud pública algo realmente innegociable. Sin embargo, hago inmediatas reservas como lo hizo Jesús de la Osa, coordinador del Observatorio de Salud y Medio Ambiente, un centro de referencia autonómica. Cuando preguntado sobre la relación entre los términos sostenible y saludable, él respondió: ‘lo que tenemos que hacer es hablar menos de sostenibilidad y abordar iniciativas concretas de cambio que nos permitan mejorar nuestra salud y el medio ambiente’. El Observatorio de Salud – el coordinador es licenciado en medicina y posgrado en Ingeniería del Medio Ambiente’- trata de iniciativas, programas, acciones concretas que son saludables y a la vez sostenibles e innovadores socialmente, porque dan respuestas a problemas actuales desde una perspectiva diferente, porque ‘las respuestas que hemos dado hasta ahora no sirven; las acciones deben ser más colectivas’.        
      ¿Y que son acciones colectivas? Hasta el momento casi siempre se ha dicho lo que las personas tienen que hacer individualmente, como ahorrar agua, consumir de manera responsable, reciclar… Ahora se desea ayudar a las personas de manera colectiva a ahorrar agua, energía, reducir emisiones de CO2, a no utilizar productos nocivos al medio ambiente, etc. Por ejemplo: la reducción de carne en nuestra dieta podrá reducir esas emisiones de CO2. Algunas iniciativas son apenas utilitarias, impulsadas por sectores minoritarios, pero casi todos los cambios sociales surgieron a partir de pequeños grupos: son iniciativas pioneras que luego se extienden por todo el país. Algunos hábitos, como el reciclado hace años practicado por pocas personas, hoy se han extendido por el mundo entero. Está demostrado sociológicamente: el proceso de aprendizaje social, los cambios de actitudes y comportamientos, son más consistentes y duraderos cuando se trabaja imponiendo cualquier cosa a la colectividad. Un ejemplo actual de gran impacto ambiental es el coche compartido = muchas personas comparten vehículos particulares para ahorrar dinero y reducir las emisiones de CO2. Los grupos de consumo de productos agrícolas ecológicos son ejemplos de que el consumo colectivo toma fuerza en todo el mundo. Otros ejemplos colectivos y saludables son: caminar a pie, ir de bicicleta, usar el transporte colectivo… A los niños debemos educarlos para la salud y respeto al medio ambiente, porque cambiar hábitos y actitudes es un problema complejo y bastante complicado. Pero no solo a los niños se les debe educar, también debemos educar a los adultos. Siempre se dice que se debe comenzar por los niños: esta premisa no es absolutamente verdadera, porque los niños aprenden mucho más rápido en un contexto social, o sea, cuando ven en casa y en la calle determinadas actitudes y comportamientos, sea en el ambiente familiar, sea en la escuela o entre amigos. Si el colegio recicla, ahorra agua, economiza luz, si usa alimentos saludables, todo eso educa mucho más que si en el currículo escolar se incorporan temas ambientales. Repetimos una vez más aquel refrán popular: del dicho al hecho hay un buen trecho; o las palabras convencen, pero los ejemplos arrastran. De hecho, si el padre y la madre lo hacen, los hijos, los niños, toda la parentela, también lo harán ciertamente. El medio ambiente y la salud deben ser obligaciones de todos los grupos sociales, incluso de aquellos que tienen poder de gestión y decisiones políticas, visto que esta categoría hace muy poco por el bien social. Apenas buscan sus intereses, pero los intereses colectivos se quedan para después…                  

    Como todos ya oímos hablar repetidas veces los recursos de nuestro Planeta son limitados. Todos sabemos también que existen problemas ambientales; y todos, absolutamente todos, podemos hacer pequeñas cosas que aprendemos diariamente ej.: reducir el gasto de agua, elegir productos con menor impacto ambiental, reciclar artículos de primera necesidad, producir menos basura, evitar los mínimos impulsos contra el medio ambiente, etc. La contaminación en cualquiera de sus múltiples formas y particularidades tanto en los espacios internos de nuestros hogares como al aire libre de ciudades y pueblos, constituye un grave problema medioambiental que afecta a todos los países del mundo por igual (desarrollados y en vías de desarrollo). Las directrices de la OMS (2005) sobre la calidad del aire fueron concebidas para ser aplicadas en todo el mundo, y se basan en evaluaciones científicas actuales llevadas a cabo por expertos. En ellas se recomiendan nuevos límites de concentración de algunos contaminantes del aire, como el ozono (O3), el dióxido de nitrógeno (NO2), el dióxido de azufre (SO2), partículas en suspensión (PM) etc. En aquella oportunidad –las directrices se circunscribían al ámbito europeo- se encontraron ‘hallazgos fundamentales’ en relación a la calidad del aire: 
       1º- existen graves riesgos para la salud de las personas, animales y plantas, derivados de la exposición a partículas en suspensión (PM) y al ozono (O3). Quedó demostrado que es posible establecer una relación cuantitativa entre los niveles de contaminación y los resultados concretos relativos a la salud ej.: la mortalidad infantil. Este dato, por ejemplo, es muy útil para comprender las mejoras que cabría esperar en materia de salud si se reducen las contaminaciones del aire. Los contaminantes atmosféricos están relacionados con una serie de efectos adversos para la salud pública. De hecho, si se reducen las concentraciones de varios de los contaminantes atmosféricos más comunes (combustión de petróleo y carbón), tales medidas reducirían asimismo los gases del efecto invernadero y el calentamiento global. De la misma manera, la mala calidad del aire en espacios interiores es un riesgo para la salud de más de la mitad de la población mundial. En los hogares donde se emplea biomasa o carbón para cocinar y calentarse los niveles de PM pueden ser hasta 50 veces superiores a los recomendados por la OMS;     
2º- las partículas en suspensión (PM) afectan más a las personas que cualquier otro contaminante, por ser una mezcla de partículas sólidas y líquidas, orgánicas e inorgánicas, suspendidas en el aire (sulfatos, nitratos, polvo de minerales, vapor de agua, etc). Estas partículas suponen mayor peligro porque al inhalarlas alcanzan las zonas periféricas de los bronquiolos y alteran el intercambio pulmonar de los diversos gases atmosféricos. Los efectos contra la salud pública se observan en la mayoría de la población urbana y rural, porque la exposición crónica a las PM aumenta el riesgo de enfermedades cardiovasculares, respiratorias y cánceres pulmonares. De modo semejante, la exposición a los contaminantes derivados de la combustión en fuegos abiertos, o cocinas tradicionales en espacios cerrados, aumenta las infecciones agudas de las vías respiratorias y la mortalidad infantil. En niveles elevados de contaminación, la mortalidad supera los 15/20% si comparada con ciudades o pueblos más limpios;
      3º-  el ozono (O3) encontrado en el suelo –no debemos confundirlo con la capa de ozono en la atmósfera superior- es uno de los principales componentes de la niebla tóxica de las grandes ciudades. Es el resultado de emisiones procedentes de vehículos, industrias y compuestos orgánicos volátiles emitidos por aquellos agentes contaminadores. El exceso de ozono en el aire produce efectos adversos a la salud pública: causa problemas respiratorios, reduce la función pulmonar, origina enfermedades pulmonares (asma, bronquitis, enfisema pulmonar). Actualmente, es uno de los contaminadores atmosféricos que más preocupan en Europa. Se ha revelado que la mortalidad diaria y las cardiopatías aumentaron en 0,4% conforme la concentración numérica del ozono;
      4º) los dióxidos de azufre  (SO2) y nitrógeno (NO2) también son nocivos  y afectan terriblemente a la salud pública. El dióxido de azufre es un gas incoloro con  un olor penetrante proveniente de la combustión del petróleo y carbón, sobre todo a través de la calefacción doméstica, la generación de electricidad y los vehículos automotores. Afectan al sistema respiratorio, a los pulmones e a los ojos. Así, provoca tos, asma, bronquitis y aumenta la propensión de las personas a contraer infecciones respiratorias, además de aumentar la mortalidad y los ingresos hospitalarios por cardiopatías. En combinación con el agua se convierte en ácido sulfúrico, principal componente de la lluvia ácida y de la deforestación de nuestros bosques. El dióxido de nitrógeno un contaminante atmosférico poderoso –proviene de los procesos de combustión (electricidad, motores de vehículos y navíos/barcos, calefacción doméstica)-, un gas altamente tóxico que causa inflamaciones respiratorias. Estudios epidemiológicos revelan casos de bronquitis y asma en ciudades europeas y norteamericanas.
       O sea, la contaminación atmosférica constituye el mayor riesgo medioambiental para la salud pública: se estima que cause alrededor de 2,5 millones de muertes prematuras por año. Se confirma en medicina el siguiente corolario: la salud respiratoria (a corto y largo plazos) y cardiovascular de la población será tanto mejor cuanto menor sea la contaminación atmosférica por partículas en suspensión, ozono… Incluso, porque la exposición a los contaminantes atmosféricos está, según dicen médicos de renombre, fuera del control personal por requerir medidas públicas tanto en los municipios y provincias, como en los controles nacionales e internacionales. Las guías de la calidad del aire (OMS) son las más consensuadas y actualizadas sobre los efectos sanitarios por contaminación atmosférica y sobre la calidad del aire en términos de reducción de los riesgos para la salud. Una reducción entre 20 y 70 microgramos por metro cúbico de partículas reduce en 15% las muertes relacionadas con la calidad del aire. Esto ocurre porque la calidad del aire respirado está directamente influida por la polución atmosférica que afecta a las personas, animales y plantas. Los principales culpables son el tráfico de automotores y la construcción civil. Un ejemplo muy común en las ciudades: se estima en 20% la población de España (en torno de 10 millones) que conviven con niveles de ruido insoportables a la salud humana. Pero puede subir para 20 millones de personas (prácticamente la mitad de la población española) sometidas a índices menores que causan molestias en la salud cuando expuestas a largos periodos de tiempo. Bajo el título de ‘Guía para una vida más saludable y sostenible’, el Observatorio de Salud y Medio Ambiente repasa algunas iniciativas y prácticas integrantes de los tres ámbitos: son saludables porque mejoran la salud de las personas y las comunidades; son sostenibles porque cuidan y mejoran nuestro Planeta; y son innovadoras porque proporcionan soluciones al alcance de todos, dando solución a problemas, desafíos o necesidades sociales, sanitarios y ambientales. Según la definición de Phills = técnica de dinámica de grupos (2008),  el valor creado por todas esas iniciativas y prácticas eficientes beneficia a la sociedad en conjunto y no solamente a individuos concretos. Las Innovaciones Sociales (IS) ‘son buenas para nosotros y son buenas para el Planeta’, nos dice aquel boletín.         
     En 2006, la OMS instó a los países a elaborar programas destinados a reducir la incidencia del cáncer y la mortalidad por esta causa, ampliando las medidas de prevención, detección precoz y mejoras en el tratamiento y cuidados paliativos.  Recomendó evitar y reducir la exposición a factores de riesgo (tabaco, dietas malsanas, uso nocivo del alcohol, sedentarismo, exposición excesiva a la luz solar, agentes trasmisibles, etc). La OMS elaboró también un guía abordando los factores de riesgos ambientales, ocupacionales y por radiación ultravioleta. Las causas ambientales externas, por ejemplo, están asociadas a la contaminación del aire, a las radiaciones ultravioletas y al radón = gas radioactivo inerte de origen natural, un elemento encontrado en interiores. El Centro Internacional de Investigación sobre el Cáncer (CIIC/OMS) clasificó 107 substancias carcinógenas para los seres humanos. La lista cita el amianto y otros productos como el benceno, el arsénico en el agua, el cadmio, el óxido de etileno y la sílice, las radiaciones ultravioletas usadas en cabinas de bronceado, etc. El amianto mata más de 200 mil personas por año; una de cada 3 muertes por cáncer ocupacional se debe al amianto. Las causas ambientales externas del cáncer están presentes en los contaminantes del aire atmosférico. La simple exposición al radón en interiores causó 14% de todos los cánceres de pulmón en 2004. En este mismo año murieron 165 mil personas con ese tipo de cáncer, de las cuales 108 muertes fueron causadas por contaminación del aire,  36 mil por combustibles sólidos (cocina y calentadores) y 21 mil por tabaquismo pasivo, además de 60 mil muertes por radiaciones ultravioleta. La OMS desarrolla diversos instrumentos contra el cáncer de origen ambiental: control del tabaco, calidad del agua bebida, prevención de los efectos del radón, exposición a las radiaciones ultravioleta, normas de seguridad para productos químicos y alimentos causantes del cáncer etc. Se sabe desde hace mucho tiempo que la salud ambiental está relacionada a factores físicos, químico y biológicos externos, englobando causas ambientales que podrían incidir en la salud, como son la calidad del aire y del agua, las pautas del uso de energía, el aprovechamiento de tierras y planificación urbana, entre muchos otros.
        Se calcula que el 24% de la mortalidad mundial, y el 23% de todos los fallecimientos, pueden atribuirse a factores ambientales. Según informes de la OMS (2004), de las 104 principales enfermedades, grupos de enfermedades y traumatismos, los factores de riesgo ambientales contribuyeron a la mortalidad en 85 categorías. Existen entretanto grandes diferencias regionales: 25% de todas las muertes registradas en las regiones en vías de desarrollo, y  17% de las muertes en regiones desarrolladas, se atribuían a esas causas. Entre las enfermedades con mayor mortalidad atribuible a factores ambientales están el paludismo, la diarrea, las infecciones respiratorias etc. El 94% de la diarrea, por ejemplo, está asociada a factores de riesgo ambientales (consumo de agua no potable, al saneamiento y la higiene insuficiente). Las infecciones respiratorias están asociadas a la contaminación del aire en locales cerrados = utilización de combustibles sólidos en hogares y en la exposición pasiva al humo del tabaco, contaminación del aire exterior… En los países en vías de desarrollo corresponde a 42%, en cuanto en los países desarrollados gira en torno de 20%. El paludismo es atribuible a factores externos modificables: el 42% está asociado a políticas y prácticas de aprovechamiento de tierras, deforestación, ordenación de recursos hídricos, ubicación de las viviendas y desagües. Los factores ambientales también contribuyen notablemente a los traumatismos ocasionados por accidentes de tránsito (40%) ej.: insuficiencia de las infraestructuras para peatones y ciclistas. El 42% de los casos de neumopatía obstructiva crónica = pérdida gradual de las funciones pulmonares, es atribuible a factores ambientales. La exposición profesional al polvo, a substancias químicas y a la contaminación del aire en locales cerrados por la utilización de combustibles sólidos [en los hogares], aumentan la mortalidad relacionada con el medio ambiente.                        
     Todos los agentes de salud dicen que es necesario garantizar la sostenibilidad del medio ambiente. La falta de acceso a agua potable y a un saneamiento básico insuficiente ocasionan más 2,5 millones de muertes por año. El uso doméstico de combustibles (biomasa y carbón) por más de la mitad de la población mundial mata más de 3 millones de personas por año debido a enfermedades respiratorias relacionadas a la contaminación del aire. Por eso, aumentar el acceso a mejores fuentes de agua potable, al saneamiento básico y a una energía limpia, es algo indispensable. Las intervenciones ambientales reducen la presión sobre los ecosistemas causada por la contaminación del agua o del aire, y mejoran sin duda la salud pública nacional y mundial. Los habitantes de las ciudades y pueblos de crecimiento rápido de los países en desarrollo están expuestos a una combinación de riesgos para la salud: agua potable contaminada, saneamiento insuficiente y contaminación del aire en locales cerrados y en el exterior. La reducción de estos tipos de exposición ambiental mejorará tanto la salud de los habitantes de los países como la vida de los barrios de favelas (tugurios, chabolas, mocambos), una de las metas de la OMS en el presente milenio. El mensaje de cualquier estudio sobre el medio ambiente es que el sector sanitario y las medidas conjuntas de los gobiernos (municipales, provinciales y autonómicos) afronten con eficacia las causas de las enfermedades transmitidas o provocadas a través de problemas ambientales. Existen muchos estudios y alianzas en el ámbito de la salud ambiental de la infancia, la salud ocupacional de ancianos y deficientes físicos, los vínculos entre el sector sanitario y del medio ambiente, y la aplicación de medidas en los sectores del agua, los productos químicos y la contaminación del aire. Es necesario fomentar aún más de lo que se está haciendo en cada país o región europea, aprovechando las estrategias y tecnologías actuales para lograr los objetivos interrelacionados con la salud, la sostenibilidad del medio ambiente y el desarrollo de los pueblos.                     
              Está siempre en evidencia: la contaminación del aire y del medio ambiente repercuten directa o indirectamente en la salud de los seres vivos (humanos, animales y plantas). Y como todos sabemos desde niños, la Madre Naturaleza no sólo influye en los estados orgánicos a través de la contaminación atmosférica, sino también a partir de las napas subterráneas de donde ‘viene’ el agua potable para mucha gente: nuestros manantiales y fuentes, como es el caso de mi pueblo, Prádanos de Ojeda, y acredito de una infinitud de poblaciones castellanas. ‘Gran parte de la población mundial, nos dice el Dr. Francis Murray (australiano), vive en áreas en que los niveles de contaminación atmosférica exceden los lineamientos establecidos por la OMS’.  Se estima en 1.200 millones de habitantes actualmente expuestos a excesivos niveles de dióxido de azufre; y más de 1.400 millones de personas a excesivos niveles de partículas en suspensión (PM). Se calcula en 20% de la población de Europa y EUA/Canadá expuestos a niveles elevados de dióxido de nitrógeno. La OMS establece niveles tolerables de contaminación ambiental –hay estudios científicos comprobados de problemas para la salud-, sin embargo enfermedades asociadas a la contaminación del aire ni siempre son llevadas en cuenta por los gobiernos y empresas ej.: problemas respiratorios, afecciones cardiovasculares, cánceres de diversos tipos… Y lo que es peor: los contaminantes atmosféricos no son estáticos, y sí extremamente volátiles: se trasladan con la fuerza del viento de una región a otra, cayendo ora en forma de lluvia ácida, ora contaminando los ríos, mares y océanos, y llegando hasta las napas subterráneas. El Dr. Rafael Herrera (venezolano) decía: ‘las emisiones de diversas substancias (azufre y nitrógeno, por ejemplo) dan origen a diferentes trastornos de la salud humana, pueden repercutir en forma directa sobre los receptores celulares o alterar la naturaleza de los suelos y las aguas, y así causar enfermedades en forma indirecta’. Infelizmente, los efectos de la contaminación ambiental constituyen no sólo un problema en España sino que es un drama global. Principalmente, porque las substancias contaminantes son trasportadas de una región a otra por el viento, y su presencia está en todo lugar. Como decía el Dr. Johan Kuylenstierna ‘las emisiones de contaminantes están aumentando en muchos países en desarrollo y en algunas áreas ya se ha observado los primeros impactos sobre la salud’, siendo esos mismos países auténticas fuentes de contaminación ambiental regional. Los impactos de este drama ambiental están diseminados por toda parte, y podemos esperar que aumentarán substancialmente en un futuro próximo, caso no se tomen medidas preventivas con urgencia.

Prádanos de Ojeda - nuestros animales silvestres (11)

                
            
       En el apartado anterior hice mención pasajera a la Fundación Biodiversidad = una institución pública gubernamental, adscrita al Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (fundada en 1998), cuya finalidad es, según su propaganda, contribuir a la conservación y uso sostenible de la biodiversidad. Su trabajo más importante sería preservar el patrimonio natural y la biodiversidad peninsular ibérica. Para ello, intenta colaborar con otras entidades e instituciones que cuidan del medio ambiente, como por ejemplo la UINC, con certeza la más técnica y de mayor credibilidad de todas en el mundo. Las actividades de la fundación española se clasifican en cinco líneas estratégicas, según nos dicen los estatutos de su teórica actuación: 1ª- la biodiversidad terrestre; 2ª- la biodiversidad marina y litoral; 3ª- los cambios climáticos y calidad ambiental; 4ª- la economía y empleo verde; y 5ª- sus relaciones internacionales. Evidentemente, lo que aquí más nos interesa es la biodiversidad terrestre, porque actuaría en la protección y conservación de la biodiversidad de los ecosistemas de España. Así, su funcionabilidad se extendería a cada ecosistema específico, y también a las especies que lo habitan y a sus estructuras genéticas, mantenedoras de la vida en la Tierra. Además, son ellas que regulan el clima, la calidad del aire y del agua, cosas indispensables que nos proporcionan alimento, fibras, energía, medicina, y otros recursos estratégicos para la economía, la salud y el bienestar de nuestra gente. Por tanto, son objetivos esenciales al medio ambiente y, como tales interesan a todos indistintamente. En particular, yo deseo manifestar mi aprecio especial por los cuatro proyectos sobre la calidad del aire y la salud del pueblo ‘español’. Del primero, Alianza aire-salud ya hice mención honrosa en el apartado anterior. Ahora quiero recordar los otros tres, en mi modesto parecer, esenciales para una vida moderna más saludable y absolutamente necesaria en nuestras ciudades y pueblos del interior.                
        El segundo proyecto trata sobre ‘Evaluación preliminar de los niveles de calidad del aire en las zonas protegidas’ (en España). Pido disculpas a quien de derecho, y no me lleven a mal, pero me quedo un poco con un pie atrás, sabiendo que existe mucha hojarasca y poco grano, como se decía antiguamente. Cuando se escribe mucho sobre un asunto, por lo general no se hace nada: éste ha de ser mi mayor interrogante. No pongo mucha fe en todos estos prolegómenos, pero es necesario exigir cosas concretas y posibles o accesibles en nuestro horizonte. El peor de los pesares es prometer y no hacer nada o casi nada interesante, en cuanto el dinero es despilfarrado en proyectos que no llevan a ningún lugar. En el Brasil, esto acontece con mucha frecuencia. Se habla de colectores de polvo, de separadores ciclónicos, de depuradores con pulverizador, de flotación de aire disuelto, de biofiltros y tratamientos con polvo de carbón activado etc. Palabras que para el pueblo simple no interesan ni tienen cualquier sentido, pero sí le interesa (y mucho) que el aire esté limpio y nuestra salud no corra peligro por causa de la contaminación de gases ácidos, por ejemplo. El famoso protocolo de Kioto existe desde 1997, pero los 4 gases de invernadero (dióxido de carbono, gas metano, óxido nitroso y hexafluoruro de azufre) –los países firmantes se comprometieron a reducirlos drásticamente-  continúan por ahí dando guerra a todo el mundo. La Conferencia de Bali (2007) y su Ruta de Bali (Hoja) = un camino a ser seguido por la Rio+20, no produjo nada de nuevo: los países más ‘cochinos’ del Planeta como EUA, China, India y otras economías emergentes ej.: Brasil y México, no tienen objetivos vinculantes en la reducción de emisiones, y muchos países desarrollados, incluso España, no se apresuran en adoptar medidas que puedan frenar sus economías. O sea, permanece lo dicho por lo no dicho, como se comenta en el Brasil. No sé si lo sabes, cato lector on-line, pero existe un convenio por pocos conocido o registrado, el Convenio de Génova (1983) = trata sobre la contaminación atmosférica transfronteriza a gran distancia, y fue firmado por 51 países que se comprometieron a ‘limitar y gradualmente reducir la contaminación del aire’. Sin embargo, las cosas no decolan suficientemente como sería de esperar. Se escribe, se habla y se firman muchos protocolos, cumbres e convenios, pero cosas factibles no diario de las personas, muy poco o casi nada…      
   Pues bien: este segundo proyecto de la Fundación Biodiversidad dice que los objetivos serán: 1- monitorizar la calidad del aire por medio de estaciones representativas  [en España, existían 380 unidades (2008)]; 2- presentar conclusiones afines a los padrones estacionales de comportamiento (¡?); 3- identificar los riesgos ambientales asociados a la contaminación del aire; 4- planificar el seguimiento, control y gestión en las zonas más contaminadas. Absolutamente todo es ‘pura teoría’: sin duda, objetivos muy difusos. Dicen que los resultados serán publicados en artículos y revistas científicas internacionales, seminarios y congresos y en los medios de comunicación de masa. No sé, no, pero todo indica que seremos contemplados con apenas  publicaciones, porque del dicho al hecho, hay un gran trecho’, decía Perogrullo. Afirman que se celebrará en Aragón una jornada sobre la calidad del aire en el medio rural y natural (¡?), y aún se comprometen a fomentar la concienciación de la ciudadanía y a mejorar las informaciones disponibles sobre la calidad del aire tanto para las administraciones locales como para los ciudadanos. Pregunté a mis parientes se algún agente del gobierno había pasado por allí hablando de la calidad del aire: sabéis la respuesta. Nadie, absolutamente nadie. Es un rollo atrás de otro que el pueblo detesta. Para señalar algún resultado de ‘promesa’, se elaborarán (¡sólo Dios sabe cuándo!) directrices para la ubicación de las estaciones de medición. Objetivo: ‘informar y sensibilizar a la opinión pública en materia de calidad del aire respirado en las zonas protegidas’. Meras cortinas de humo…
       El tercer proyecto ‘Contaminación por ozono en España’ pretende monitorizar y controlar la calidad del aire por medio de mediciones del ozono atmosférico, y establecer correlaciones entre las áreas afectadas, analizando las tendencias o patrones de las zonas, y optimizando (¡no aguanto más esta palabra, propia de burócratas que no tienen nada que hacer!) las herramientas de evaluación del ozono troposférico. Después, dicen ellos, se divulgarán los estudios realizados para que lleguen a los gestores que, a su vez, harán alguna cosa para mejorar la calidad del aire. Ahí está el busilis de la cuestión: ¿lo que se hará de efectivo para mejorar la calidad del aire? En la opinión de la gente del pueblo interiorano no son necesarios tantos ‘estudios técnicos’, pues todo el mundo sabe dónde está la causa de la contaminación del aire. Basta intentar hacer algo de concreto. Por ejemplo: en Prádanos, si el dueño del corral quiere mantener su negocio de vacas y cerdos deberá hacerlo de una manera que no cause pestilencia en el aire del pueblo. ¿Cómo deberá hacerlo? No creo sea tan difícil usar filtros o algún método (aunque posiblemente encarecerá el negocio), capaz de dar solución a un problema de salud pública. En las grandes ciudades, todo el mundo sabe cómo solucionar muchos problemas de contaminación: lo que hace falta -muchísimo más que esos ‘altos estudios’ con probabilidad de dar en nada o quedarse simplemente en el tintero-, son políticas públicas y cobranzas pecuniarias de verdad (multas pesadas), así como explicaciones rígidas y sin contemplaciones a los grandes ‘cochinos’ que emporcan nuestras calles, nuestros ríos, nuestras tierras, nuestros cultivos, nuestros alimentos, y así por delante. Está muy bien: estudiar datos y herramientas específicas para delimitar las áreas de afectación y mejorar las medidas de gestión, es algo positivo, solamente algo positivo. De hecho, el ozono troposférico es un potente oxidante, y el más problemático de los contaminadores por su impacto en la salud pública y en los ecosistemas naturales de plantas y animales. El ozono causa irritación en los ojos y en el tracto respiratorio, como asma, etc. Y aunque es imprescindible para la vida en nuestro Planeta, pues sirve de atenuante/filtro a la irradiación solar de longitud por debajo de los 295 ppm, perjudica y mucho a los seres vivos. El ozono es un gas tóxico cuando los valores de concentración son elevados, siendo sus primeros síntomas la tos, el dolor de cabeza, las nauseas, los dolores pectorales y una sensación aguda de asfixia. Concentraciones de ozono superiores a 360 micrómetros³ ocasionan daños a las vías respiratorias (pulmonares).
         El aire es uno de los elementos básicos de todo ser vivo: nuestros pulmones filtran unos 15kg de aire por día, mientras absorbemos unos 2,5kg de agua y menos 1,5kg de alimentos. Esta realidad nos hace pensar en los peligros representados por una atmósfera contaminada, no sólo en las zonas urbanas e industriales, sino también en zonas más alejadas, asimismo sucias y contaminadas por las masas aéreas venidas desde las zonas industriales. Y como la troposfera es la región atmosférica donde vivimos y ocurren las emisiones de compuestos orgánicos volátiles (óxidos de nitrógeno, azufre, etc), así como de allí provienen las altas radiaciones solares, esas reacciones químicas en serie acaban formando el ozono = un fuerte oxidante que en cantidades elevadas perjudica a la salud de todo el mundo, sobre todo de personas con enfermedades crónicas (asma, bronquitis, enfisema pulmonar), pues hay grupos humanos más sensibles que otros al ozono ejs.: niños, atletas al aire libre, enfermos pre-existentes con problemas respiratorios, ancianos etc. Por ejemplo: las personas mayores están expuestas a trastornos cardiacos o pulmonares, y los niños a problemas neurológicos. Las sustancias químicas y la radioactividad  pueden favorecer el cáncer  o inducir a mutaciones genéticas causando enfermedades congénitas. Incluso, la contaminación del aire puede reducir la fertilidad de hombres y mujeres.
      Existen numerosas formas de contaminación, siendo que la contaminación del aire siempre ha estado presente entre nosotros desde el tiempo de las cavernas. El hollín encontrado en las cuevas evidencia altos niveles de contaminación asociados a la inadecuada ventilación de las fogatas prehistóricas: la llegada de la revolución industrial transformó la contaminación en un serio problema medioambiental. La contaminación atmosférica puede tener un carácter local = afecta al foco de emisión y a sus inmediaciones; o global, si afecta al equilibrio del Planeta y zonas muy distantes a los focos emisores ej.: efectos de la llamada lluvia ácida (foto) y el esmog. La contaminación hídrica por residuos y contaminantes que drenan a las escorrentías y son transportados a los ríos y arroyos, penetra en aguas subterráneas o desemboca en lagos y mares. La contaminación hídrica también ocurre a través de derrames o descargas de aguas residuales o de basuras (sólidas o líquidas). Los desechos marinos contaminan las costas de mares y océanos, siendo que a veces se acumulan en alto mar ej.: la gran mancha de basura del Pacífico Norte. Los derrames constantes de petróleo en ciudades portuarias son realmente insoportables… La contaminación ocurre asimismo en el suelo, por lo general asociada a pesticidas, plaguicidas y metales pesados, así como por vertederos y cinturones ecológicos que encierran grandes cantidades de basura producida en pequeñas y grandes ciudades, indiferentemente del número de personas. Todos producimos basura: nos llaman la sociedad de la basura, porque somos consumistas al extremo. Y peor: las grandes acumulaciones de residuos y de basura se constituyen en problema a cada día más incisivo y contundente = las grandes aglomeraciones poblacionales en las ciudades y entornos industrializados originan enormes vertederos a veces cargados por el viento o por torrentes y ríos en dirección al mar. Y no olvidemos otras contaminaciones sui generis ejs.: espacial, radioactiva, electromagnética, térmica, acústica, visual, etc.       
      Los maleficios de todas estas fuentes o formas de contaminación los podemos resumir en la llamada contaminación difusa = los contaminantes llegan a los suelos y acuíferos a través de fertilizantes, pesticidas, agro-tóxicos y otros contaminantes empleados principalmente en la agricultura. También es difusa la contaminación de los suelos proveniente de la lluvia que arrastra los contaminantes atmosféricos ej.: lluvia ácida, afectando a las especies vegetales y animales, entre otros muchos desastres, y el smog que afecta a las grandes ciudades ej.: la Ciudad de México. Y, de modo específico, ¿quién no ha oído hablar de los contaminantes no degradables, o sea, aquellos que no se descomponen por procesos naturales? En tiempos de consumismo desenfrenado, ellos contaminan todo: aire, agua, suelo, campos, ciudades, bosques, carreteras, etc. Y también, ¿qué decir de los contaminantes de degradación lenta como los plásticos y de los llamados biodegradables? Para tener una idea de la cantidad de contaminantes químicos, por ejemplo, existen 70 mil productos químicos sintéticos, siendo que a cada año ese número aumenta en 1000 nuevas substancias. Y lo que es peor: sabemos muy poco sobre sus efectos potenciales en las personas, vegetales y animales, si considerados a largo plazo. El sector agrícola, tan importante en nuestra alimentación, es uno de los que más contaminantes indirectos produce: fertilizantes, pesticidas, plaguicidas, herbicidas y agro-tóxicos en general son utilizados para fertilizar y fumigar los cultivos contra las plagas que disminuyen la producción o deterioran cosechas enteras. Según la Convención de Estocolmo/Suecia (2004), de la ‘docena sucia’ mencionada, los 9 más peligrosos y persistentes compuestos orgánicos son plaguicidas o agro-tóxicos. Todos ellos son muy dañinos, y su persistencia en el cuerpo humano atentan contra la salud pública. El Convenio de Estocolmo fue firmado por 151 países, pero quien frecuenta el campo observa que los plaguicidas están en alta…      
Mucho se habla, y no sin razón, de los metales pesados extremamente peligrosos para los seres vivos. Los principales metales tóxicos, dispersos en cualquier medio, son: el mercurio, el cadmio, el plomo, el cobre, el zinc, el estaño, el cromo, el vanadio, el bismuto, el plutonio, el cesio, el aluminio, etc. Todos se diluyen con facilidad en el agua y acaban siendo dispersados por las corrientes marinas. Sus efectos sobre algunos organismos del mar inhiben su reproducción y pueden ser letales tanto para los peces como para los seres humanos. Sabemos que el plomo, por ejemplo, se deposita en las branquias de los peces provocándoles serios problemas respiratorios. El mercurio, otro metal pesado sumamente peligroso, se acumula en los peces y llega al ser humano a través de su consumo, sobre todo por parte de personas más sensibles a su alta toxicidad. Los cianuros, altamente tóxicos, son utilizados en la industria para exterminar plagas y otras alimañas, aunque con el uso controlado pueda ser benéfico en medicina. La minería utiliza el cianuro para la extracción del oro y otros metales pesados. El mayor desastre ocurrió en Rumania (2000), cuando 130 mil/m³ se diluyeron en las aguas del Danubio y Tisza a través de sus afluentes o ríos tributarios: mató casi la totalidad de la fauna y flora acuáticas. Los efectos destructores llegaron al mar Negro. Hungría presentó una denuncia formal contra la empresa australiana, causadora de aquel desastre monumental. Los detergentes (aumentan constantemente en el mundo) y  los dispersantes de petróleo, utilizados en los grandes desastres ambientales ej.: el navío Exxon Valdez (Alaska), a veces son más tóxicos para el medio ambiente y la salud pública que el propio petróleo, el benceno y la gasolina. Su toxicidad ha causado enfermedades congénitas en aves, enfermedades en seres humanos (leucemia, enfermedades de la sangre, afecciones en el sistema inmunológico, etc). El petróleo es extremamente letal para los peces y anfibios, además de contaminar suelos, ríos y napas o acuíferos subterráneos = en algunos lugares son las únicas fuentes de agua potable disponible.    
       ¿Y qué decir de la combustión del petróleo y gases de efecto invernadero (estufa) que generan el cambio climático y la acidificación de las aguas de ríos, mares y océanos? Ellos son tan poderosos que, a través de la lluvia ácida, destruyen bosques y ecosistemas acidificando manantiales o fuentes, arroyos y ríos. Los más frecuentes son el metano, el dióxido de carbono, los óxidos de nitrógeno y el ozono. Todos estos gases son naturales y afectan a la Tierra: sin ellos las temperaturas terrestres serían 33ºC más frías, pero los CFC (clorofluorocarbonos) y las diversas causas antropogénicas como la deforestación, la tala y quema de vegetación y las emisiones de vehículos automotores, contaminan enormemente el aire que respiramos. La deforestación y tala de bosques, por ejemplo, viene reduciendo el dióxido de carbono retenido en la materia orgánica contribuyendo al aumento del efecto invernadero y, por ende, a la acidificación de las aguas (ríos, mares y océanos). Los gases que provocan el agujero de ozono en los polos terrestres (sobre todo en la Antártida) reducen el ozono en la atmósfera = escudo natural de la Tierra contra las radiaciones ultravioletas (rayos UV). Los CFC utilizados en refrigeración y propelentes de aerosoles fueron prohibidos en el Protocolo de Montreal (1989) = prevé la recuperación de la capa de ozono para 2050 (si se cumple el tratado). Kofi Annan, presidente de la ONU, dijo en la época, sobre el protocolo: ‘tal vez sea el acuerdo internacional mejor sucedido de todos los tiempos’. De hecho, los altos niveles de rayos ultravioletas son extremamente peligrosos para las personas y el medio ambiente. Los efectos biológicos de la exposición externa a este tipo de contaminación puede afectar a la glándula tiroides: también los componentes radioactivos liberados por usinas nucleares (Chernóbil y Fukushima) pueden provocar el cáncer tiroideo. Hiroshima y Nagasaki (1945) revelaron al mundo o poder devastador de la contaminación radioactiva. El caso de Chernóbil (1986) fue sorprendentemente emblemático: contaminó campos de cultivo y bosques, pastos y zonas forestales, cotos de caza, lugares de leña, bayas y setas. Hasta la leche de vacas y cabras fue contaminada…     
Los efectos de la contaminación atmosférica (aire, suelo y agua) son muchos, tanto entre los seres humanos como en los diferentes ecosistemas: el calentamiento global  nos afecta a todos de diversas maneras; las plantas invasivas pueden contribuir con desechos alterando el suelo y reduciendo la competitividad de las especies autóctonas; los dióxidos (azufre, ozono y nitrógeno) pueden cambiar la composición de un ecosistema, reducir la fertilidad de su suelo y de las aguas bajando el pH, puede también causar la lluvia ácida y el famoso smog fotoquímico o neblina de las grandes ciudades. El dióxido de carbono, de modo especial, necesario y vital para la fotosíntesis junto con otros gases de efecto invernadero, contribuyen sensiblemente a las mudanzas del clima en la Tierra. La alteración del medio ambiente puede ser terrible, pues pondrá en relieve la contaminación de zonas consideradas separadas = el aire, el suelo y el agua. El aumento de niveles de dióxido de carbono a largo plazo causará la acidificación de las aguas afectando principalmente los ecosistemas marinos ejs.: blanqueo de corales, reducción de mariscos, ostras y mejillones, repercutiendo por tanto en la pesca. Por todo eso, es necesario controlar las emisiones y efluentes de todo tipo que se liberan al aire, al agua y a los suelos. Sin ningún o con pequeños controles de la contaminación atmosférica, los desechos de nuestro consumo (basura), el calor excesivo, los materiales pesados de la agricultura, minería, industrias y transporte, y demás actividades humanas contaminadoras del medio ambiente, degradan y continuarán degradando ‘eternamente’ a nuestro Planeta ya enfermo y con síntomas de que ‘es preciso hacer algo con urgencia’. Las técnicas y prácticas utilizadas para reducir las emisiones contaminantes dependen sobre todo del agente contaminador y, por eso, es a éste a quien debemos atacar sin ninguna contemplación: es una cuestión de vida o muerte. La educación masiva y global de cada ciudadano del mundo deberá comenzar en la pre-escuela, concientizando a esta y a las nuevas generaciones sobre los problemas del medio ambiente. Sin mentiras o subterfugios, deshonestidades o liberalidades para algunos ‘cochinos’ que no quieren aprender la lección del día.