sexta-feira, 27 de setembro de 2013

San Cristóbal - patrón de Pránados de Ojeda (2)




                San Cristóbal está entre los ‘14 santos auxiliadores’ así considerados por haber sido particularmente eficaces al ‘responder a las invocaciones’ que los fieles cristianos les han dirigido a lo largo de los siglos. Generalmente se les representa en grupo (foto), y su culto es de origen germánico. Son los siguientes: 1) san Blas (3 de febrero) = obispo y mártir: contra los dolores de garganta y atoramientos del sistema respiratorio; 2) san Jorge (23 de abril) = mártir;  cura de los animales domésticos; 3) san Acacio (8 de mayo) = mártir: contra los dolores de cabeza; 4) san Erasmo (2 de junio) = obispo y mártir: contra las enfermedades intestinales; 5) san Vito (15 de junio) = mártir: contra epilepsia; 6) santa Margarita (20 de julio) = virgen y mártir: contra dolores de parto; 7) san Cristóbal (25 de julio) = ermitaño y mártir: contra la peste bubónica y dolor de dientes; 8) san Pantaleón (27 de julio) = obispo y mártir: invocado por los médicos; 9) san Ciriaco (8 de agosto) = diácono y mártir: contra las tentaciones a la hora de la muerte: 10) san Gil/Egidio (1º de septiembre) = ermitaño y abad: contra la peste y hacer buena confesión; 11) san Eustaquio (20 de septiembre) = mártir: contra disputas familiares; 12) san Dionisio (9 de octubre) = obispo y mártir: contra dolores de cabeza; 13) santa Catalina de Alejandría ( 25 de noviembre) = virgen y mártir: contra la muerte súbita; 14) santa Bárbara (4 de diciembre) = virgen y mártir: contra fiebres, muerte súbita y tormentas eléctricas con la invocación ‘Santa Bárbara doncella, líbrame de la centella’. La Virgen María como María Auxiliadora está incluida en esta lista porque se cree piadosamente que Nuestra Señora, como Madre de Jesucristo y de la Iglesia, acude en socorro de aquellos que la necesitan e invocan en las más difíciles situaciones de la vida. Y claro, por ser de origen germánico, no constan en esta lista santos o santas también muy invocados por el pueblo cristiano como santa Rita de Casia, santo Antonio de Padua, san Judas Tadeo, san Francisco de Asís, santa Eduwigis etc, además de los numerosos santos nacionales o regionales celebrados en los cinco continentes ej.: san Patricio, en Irlanda o san Genaro en Italia...
       San Cristóbal de Licia no solamente es venerado por los católicos, también por ortodoxos, luteranos, anglicanos y umbandistas (en el sincretismo afro-brasileño equivale a xangó  =orixá más celebrado y respetado’). De San Cristóbal a pesar de ser uno de los santos más populares del mundo cristiano sabemos muy poco sobre su vida y obra misionaria. Y la iglesia católica aunque aprueba su devoción le retiró del calendario litúrgico, argumentando que nada o casi nada de histórico se sabe sobre la vida y muerte de nuestro santo. La iglesia declaró en 1969 que la celebración y conmemoración de san Cristóbal no posee tradición romana, pues su inclusión en el Martirologio ocurrió en 1550, y estuvo limitada apenas al calendario romano por pura tradición pero sin comprobación histórica y científica. Los datos llegados hasta nosotros a través de la Aurea leyenda son una compilación de historias edificantes y vidas ‘místicas’ de santos, escrita en pleno siglo XIII. La propia leyenda de san Cristóbal, recogida en la obra de Jocobo de Vorágine (1230-1298), es de origen griego, inserida muy probablemente en el calendario romano, más o menos en torno del siglo VI. Posteriormente, ya en el siglo X, se había extendido por Inglaterra, Francia, Alemania y Países Bajos… Originalmente, san Cristóbal fue apenas un mártir y como tal registrado en el calendario litúrgico de Occidente. Incluso, habría entrado en los festejos litúrgicos y celebraciones patronales como una idea o símbolo  meramente espiritual, o sea, como ‘aquel que lleva a Jesucristo en el corazón y en el entendimiento’. Esta explicación mística habría tomado con el pasar de los años un sentido cada vez más literal en torno de los siglos XII/XIII, acabando por identificarla con el santo mártir de Licia (¿!?). Hasta el hecho concreto de ser llamado ‘gran mártir de Cristo’ puede haber dado origen a su estatura sorprendente de ‘12 codos’, un absurdo en términos reales porque supondría un hombre de 5m de altura visto que el ‘codo’ normal como medida de longitud equivale a 0,42cm. Lo que convengamos es humanamente imposible. El niño y su peso descomunal así como la travesía de un río peligroso y turbulento pueden ser elementos ‘decorativos’ acrecentados como una manera de identificar las probaciones y luchas del ser cristiano en sí mismo, pues lleva consigo el yugo de Jesucristo que es leve con la ayuda de la gracia de Dios, pero enormemente pesado sin la unión con lo divino. A pesar de que ocurrió la canonización formal de san Cristóbal en el siglo XV, muchos santos fueron declarados canonizados vía vox populi, sin base histórica y documental. ¿Sería el caso del patrón de Prádanos de Ojeda?
          No, yo no lo creo, porque en la vida y muerte de nuestro santo patrono existen muchos datos de relevancia que se combinan perfectamente, y son de una realidad sorprendente para los estudiosos de hoy. Sería difícil inventar datos tan concretos de geografía, historia romana y eclesiástica, nombres toponímicos, hechos delimitados, nombres cualificados por la Historia Universal muy difíciles de ser tergiversados por personas que con absoluta certeza no estaban interesadas en engañar (y ni sabrían hacerlo) o inventar devociones populares cuando ya existían tantas otras. Además, sabemos que toda leyenda tiene un fulcro verdadero. Los ropajes posteriores acaban por adornar y enfatizar un poco más la vida de los santos, pero no a punto de inventar su realidad histórica. Como es costumbre decir en España ‘lo que la naturaleza no da, difícilmente Salamanca empresta’. Así podemos parafrasear esta idea en relación a san Cristóbal: si realmente no hubiese existido este santo en la historia de la iglesia, sería difícil inventarlo con tantos detalles históricos y lugares reconocidos por la geografía local. Además san Cristóbal se tornó un santo muy popular en el mundo entero, siendo reverenciado por atletas, marineros, viajantes, barqueros, etc, todos ellos profesionales que no tienen nada de sofisticación estudiada a lo largo del tiempo. Tratase de gente humilde y abierta al mundo sin necesidad de buscar leyendas para pedir protección. Ahora, que existen algunas contradicciones en la vida del santo eso también es verdad, y con precisión la crítica moderna podrá esclarecerlas para evitar confundir a san Cristóbal de Licia con otros santos homónimos lo que realmente torna el asunto aún mucho más complejo de lo se imagina.  
          A comenzar por la tradición ortodoxa que describe a san Cristóbal como un hombre corpulento y gigantesco cruzando un río con un niño en los hombros apoyado en un báculo especial, un bárbaro de singular tamaño proveniente de una tribu bereber, que fue ejecutado en tiempos del emperador Decio (201-151): ‘por predicar la religión cristiana en sus dominios y realizar numerosos milagros de hechicería y encantamiento’. A través de diversas consultas, la referencia al martirio de san Cristóbal en tiempos de Decio no parece ser coetánea con la realidad histórica. Decio considerado por los escritores cristianos como ‘ese feroz tirano’ fue emperador apenas por dos años (249-251 dC), ‘forzado a asumir las duras tareas del gobierno, a pesar de su renuncia y mala gana’. De hecho, el emperador Decio emitió un edicto intentando suprimir el cristianismo como forma de reafirmar su propia visión conservadora de la pax romana, y dar a los ciudadanos de Roma la impresión de que el imperio estaba seguro. Sin embargo, el edicto de Decio provocó contrariamente ‘una terrible crisis de autoridad cuando varios obispos cristianos y sus rebaños reaccionaron a él de diversas maneras’. Una serie de destacados cristianos rechazaron hacer sacrificios a los dioses paganos y fueron todos ejecutados en el proceso, incluso el propio papa Fabián (250). Pero se dice que los ‘sentimientos anticristianos llevaron aquella cacería de modo especial a los fieles de Cartago y Alejandría’, por lo tanto muy lejos y distantes de Licia. Incluso consta que hacia el segundo año del reinado de Decio ‘la ferocidad de la persecución anticristiana había disminuido, y la tradición precedente de tolerancia había comenzado a reafirmarse’. Pero la iglesia romana nunca olvidó el reinado de ese emperador cruel y feroz tirano. En realidad, muchas muertes atribuidas a la persecución anticristiana fueron ocasionadas por la peste antonina -su ponto álgido ocurrió precisamente en 251 a 266: en Roma, ella llevó unas 5 mil personas por día. De todas las formas, Decio fue un emperador insensible y cruel como lo demostró a la muerte del hijo en una batalla: ‘que nadie llore; la muerte de un soldado no es una gran pérdida para la república’. Curiosamente, fue el único emperador romano a morir en los campos de batalla, en Ludogorie/Bulgaria. Y terminó sus días junto con la familia investido de ‘damnatio memoriae’.   
              Por todo eso, soy a favor de encuadrar los acontecimientos de la vida y muerte de san Cristóbal en el gobierno de Diocleciano, este sí un imperador romano que hizo cuestión de ser ‘matador y asesino’ de cristianos por motivos políticos y, sobre todo por su carácter militar tiránico, acusando al cristianismo por todas las desgracias que estaban aconteciendo en  las fronteras del imperio. Con más sofisticación que su antecesor (aunque no inmediato), llevó la persecución a todos los extremos territoriales del imperio Romano, especialmente a la región donde se dice que actuó san Cristóbal, en Janto y Licia (actual Kinit, en la provincia de Antalya/Asia Menor). De hecho, la mayor parte de los mártires de la actual Turquía (Asia Menor) fue atribuida a los esbirros de Diocleciano, dueño y señor del imperio de Oriente. Además fue exactamente en su gobierno que se produjo la llamada tetrarquía (o gobierno de los cuatro: dos augustos y dos césares) = cada emperador tenía autoridad sobre una cuarta parte  del imperio, aunque se tratase de un gobierno único. Diocleciano defendió todas las fronteras imperiales de Oriente y masacró cualquier tentativa de poder en ellas. Además, reorganizó las divisiones provinciales (civil y militarmente), impulsando el mayor y más burocrático gobierno de la historia romana. Diocleciano crió los cuatro centros administrativos del imperio: Nicomedia, Milán, Tréveris y Antioquía/Siria = esta capital imperial más o menos próxima al teatro de los acontecimientos en estudio como lo fue también Nicomedia. En tiempos del imperio Romano, Antioquía llegó a tener 500 mil/habitantes, siendo la 3ª ciudad más poblada del mundo, tan sólo superada por Roma y Alejandría, con epítetos nunca oídos anteriormente: la ‘Reina del Oriente’ o la “Dorada Antioquía’ en alusión a su gran opulencia. Se decía que la apariencia externa de la ciudad impresionaba a los visitantes. Durante mucho tiempo, Antioquía mantuvo su importancia militar, comercial y política. Su opulencia y riqueza alcanzaron gran fama, así como la liberalidad de sus ciudadanos y su ‘frivolidad’ e indiferencia. Antioquía ocupó un lugar preeminente en la historia del cristianismo: en su sinagoga, san Pablo predicó el primer sermón y los seguidores de Jesucristo fueron llamados por la primera vez de cristianos.
                  Diocleciano fue el primer imperador romano a abandonar Roma como capital, ejerciendo el gobierno a partir de Nicomedia/Asia Menor, a unos 100km de la conocida Constantinopla o Estambul, donde fuera aclamado como emperador, y también próxima de Janto ciudad donde san Cristóbal pasó la mayor parte de su vida. Curiosamente, Janto, según Estrabón, fue la mayor ciudad de Licia. Se dice que Diocleciano debió visitar Roma una o dos veces cuando mucho. Como podemos observar, todos estos elementos recuerdan escenas de la vida de san Cristóbal, incluso su origen cananeo, si bien esta palabra presenta un aspecto asimismo polémico: se piensa que Jocobo de Vorágine configuró a nuestro santo con aspecto perruno porque confundió, equiparó o hizo derivar los términos cannaneo y cannis (perro) del mismo radical y con el mismo significado, lo que es inaceptable tratándose de un arzobispo culto y buen escritor. Diocleciano se especializó también en perseguir a los cristianos a través de cuatro edictos, cada vez más exigentes e intolerantes con el cristianismo: rehabilitó las viejas tradiciones latinas, incentivando el culto a los dioses paganos, y patrocinó la última y más violenta persecución contra los cristianos: fue llamada era de los mártires y, por esta razón, yo pienso que san Cristóbal no fue ejecutado en tiempos de Decio, y sí en el gobierno de Diocleciano, enemigo mayor de los cristianos, y por mucho más tiempo su gran verdugo. Entre  301 y 305 (año de su muerte), las persecuciones originaron mucha antipatía contra el emperador, pues había una población ya bastante cristianizada, especialmente en el Oriente donde Diocleciano y Galerio gobernaban de modo directo. Con todo, aquí hubo algunos funcionarios imbuidos de celo administrativo y ardor suficiente para garantizar las persecuciones violentas contra los cristianos de Asia Menor; el prefecto Dagón debe haber sido uno de ellos. Aquí aparecen muchos mártires famosos y populares: san Jorge, san Sebastián, san Marcelo… y, san Cristóbal, ciertamente. San Sebastián, patrón de Rio de Janeiro, por ejemplo: fue soldado del ejército romano y del emperador Diocleciano, igual a san Jorge, otro soldado romano de la misma época y también ciudadano de Asia Menor.              
              Y más aún: de la historia y vida de san Cristóbal hasta el nombre se ha colocado en discusión, pues no se conoce a nadie con el nombre Christophorus en el mundo greco-romano, ni en cualquier texto que nos reporte a este llamamiento helenístico o de otro idioma; parece ser inventado de propósito. Se dice que era muy feo, horroroso de llamar la atención, semejante a los ogros de cuentos de hadas, lo que determinó su presentación pictórica con cabeza de perro en transformación cinocéfala. Este ícono de san Cristóbal le muestra parecido al dios perro o chacal egipcio Anubis, ancestro mítico de san Cristóbal. Hijo de Néftis = diosa del desierto y mujer del malvado Seth, con Osiris, su hermana (así como la propia Isis) = el dios egipcio , asociado a la vida y a la muerte,  responsable sobre todo por ‘resucitar’ y proteger la vida agrícola en torno del río Nilo cuando la seca mataba a todo ser viviente. Osiris a su vez era hijo de Geb (dios de la tierra) y de Nut (diosa del cielo). El dios Osiris -‘el más popular de los dioses egipcios’- tendría enseñado a los hombres, a través de las aguas del Nilo, las técnicas necesarias para dar nueva vida (‘resucitar’) a la agricultura y domesticación de los animales.  Interesante, el formato de Anubis, las aguas del Nilo, el desierto y la travesía de una a otra orilla del río (la vida y sus peligros), el propio cayado o báculo singular etc., son elementos míticos de la vida de san Cristóbal. Parece que una trama admirablemente urdida de puro simbolismo se desenvuelve en la vida del santo de Licia. Tal vez por todos estos datos y símbolos se coloque en discusión la propia historia de san Cristóbal.
        Existe una leyenda mitológica egipcia donde podemos encontrar algunos ‘rasgos’ de san Cristóbal: Seth, hermano de Osiris, gobernaba el desierto, situación que no le agradaba. Envidioso, un día le convidó a un banquete: en la fiesta, Seth mostró una caja (sarcófago) muy valiosa y prometió entregarla a aquel que en ella cupiese; todos lo tentaron pero nadie lo consiguió porque fue hecha a la medida precisa de Osiris, cuyo símbolo más importante era un pilar (o columna) llamado djed = símbolo del cedro del Líbano con los ramos cortados. Para los egipcios, el djed representaba la estabilidad y pervivencia del poder. En cuanto experimentaba su medida, Osiris fue encerrado en el sarcófago que fue arrojado al río Nilo. La corriente lo arrastró hasta el Mediterráneo arribando en las costas de Biblos (Fenicia). Isis, desesperada, buscó al esposo por toda parte acabando por encontrar la caja (sarcófago) sobre un cedro del Líbano, árbol que había sido cortado para servir de columna en el palacio real de Biblos. Con la ayuda de la reina fenicia (cananea), Isis cortó la columna y regresó a Egipto con el cuerpo de su amado y lo escondió en una plantación de papiros. Enseguida, Seth descubrió la caja (sarcófago) y la cortó o descuartizó en 14 pedazos (o 40 como quieren otros) que distribuyó por todo el país. El número 14 representaba los días transcurridos entre las lunas llena y nueva; y el número 40, las provincias regionales de Egipto. Auxiliada por su hermana Néftis, madre de Anubis, reencontró todas las partes del cuerpo de Osiris menos el pene devorado por un pez. A la falta de éste, Isis creó un falo artificial formado por tallos vegetales (djad o hekat). Entonces, Isis, Néftis y Anubis procedieron a la primera momificación de la historia. Después, Isis se transformó en un milano negro que accionó las asas sobre el cuerpo de Osiris y creó una especie de soplo mágico devolviéndole la vida. Unidos sexualmente Isis y Osiris engendraron a Horus = el dios de los vivos en forma de halcón. En su representación humana, Horus porta un hekat (báculo) y tres llaves (la vida, la muerte y la fertilidad). Algunos autores ven en este pasaje mitológico egipcio la ‘trinidad cristiana’: Horus sería Jesucristo; Osiris, el Padre Eterno; e Isis, el Espíritu (Madre) de vida. Según esos ‘estudiosos’, la historia de Jesús sería una representación difusa del dios Horus.
            De acuerdo con esa leyenda, Horus fue concebido por Isis cuando Osiris ya estaba muerto. Así la fecundación ocurrió cuando Isis tomando forma de ave de rapiña posó sobre la momia de su esposo. Un himno escrito en una estela, guardada en el Museo del Louvre, reza: ‘oh benévola Isis/ que protegiste a tu hermano Osiris/ que le buscaste incansablemente/ que atravesaste el país enlutada/ y nunca descansaste antes de encontrarlo…’. Ciertos detalles de este personaje fueron alterados o mezclados con otras figuras creadas en las varias dinastías, sectas religiosas y religiones egipcias. El ojo de Horus, por ejemplo, se tornó el símbolo más importante de poder (wedjat), pues además de proporcionar el poder de desviar los malos espíritus, los ojos eran el espejo del alma humana. El ojo de Horus fue el amuleto más utilizado en el Egipto de todas las épocas de su historia. Horus sólo tiene un ojo representación del sol y de sus rayos que ven todas las cosas; el otro lo perdió en lucha contra Seth, y representa las fases de la luna. Horus era la encarnación del día, ‘aquel que venció al dios Seth’ = representación del Mal, en cuanto Horus representa el Bien Supremo y el heroísmo, pues arriscó la propia vida para vengar la muerte de su padre, Osiris. Horus es representando por un halcón porque la vista de esta ave de rapiña es tan poderosa que es el único animal que puede mirar al sol de frente sin ser ofuscado. Nadie sabe decir por qué ocurre este fenómeno. Los egipcios creían que el sol era como el halcón que vuela diariamente de un extremo a otro del cielo. Horus representaba la realeza, identificada y personalizada en los faraones egipcios: eran de la misma estirpe.     
          Además, como dios solar, Horus defendía la barca de Ra contra la grande serpiente (el río Nilo), velaba por la estricta observancia de las leyes y rituales egipcios. Según el Libro de los Muertos, Horus era el mediador entre los muertos y el dios Osiris, el juez supremo que pesaba el corazón de los hombres (psicostasía), y quien decidía el destino de los mortales, paraíso (lugar de abundancia) o  infierno (lugar oscuro). El nombre de Osiris es traducido como ‘aquel que ocupa el trono’, o ‘aquel que copula con Isis’, o aún ‘aquel que tiene el poder’. Sus manos siempre portan un báculo (hekat). El color de su piel simbolizaba la fertilidad (verde) y el renacimiento (negro), y la representación animal era como cocodrilo, toro negro o pez enorme. El símbolo más representativo de Osiris, entre tanto, era el báculo (también llamado ‘djed’/pilar) = símbolo de la resurrección y de la fertilidad, ‘aquel que permite vivir eternamente’. También representaba la columna vertebral, queriendo decir con esto que era el punto de estabilidad en los diversos pasajes de la vida humana. Osiris disponía también de un barco sagrado en que Isis y Néftis ocupaban, respectivamente, la proa y la popa. Todos los años se hacía una procesión en que el barco era transportado de un lado a otro del Nilo (gran serpiente de dos cabezas = principio y fin, nacimiento y muerte), simbolizando la victoria sobre los enemigos. Las dos mujeres (hermanas) de Osiris, la dulce Isis y y la celosa Néftis (más fea), igualmente sus mujeres representaban las extremidades de cualquier cosa: norte/sur, este/oeste. Una leyenda dice que de la unión carnal de Osiris con Néftis nació Anubis = el dios con rostro de perro o chacal que pesaba los corazones de los hombres por medio de una balanza donde se colocaban el corazón humano de un lado y la ‘pluma de la verdad’ (buenas obras) del otro: se fuese más pesado, Ammit =  el dios-león le devoraba ayudado por un buitre, pero si fuese más leve, el propio Anubis le atravesaba de barco hasta la presencia del dios Osiris para ‘vivir la vida después de la muerte’ , o la vida eterna. La asociación de Anubis con chacales (sab) o perros (iwiw) se debe probablemente a la presencia de estos animales en los cementerios, así como el hieróglifo ankh = ‘símbolo de la vida eterna’ cuya alza oval representa las dos puntas opuestas y unidas (masculino y femenino), fundamentales para la creación de la vida y sobrevivencia de la civilización. La línea vertical es el punto de intersección y unión de los lados opuestos. Fue utilizado por brujos en rituales de fertilidad, salud y adivinanzas, o como amuleto protector. O también como unión entre el cielo y la tierra, asociado al ciclo de la vida inmortal (reencarnación): el sol que nace y que muere, sin interrupción. Pero en algunas subculturas tiene su lado negro ej.: vampirismo, sectas góticas o satánicas, magia negra etc.     
          Como podemos observar, casi todos estos elementos están adaptados o revistos en la vida de san Cristóbal. Son muchos detalles bastante significativos: tal vez por todas esas semejanzas la iglesia haya querido revisar la vida y obra de san Cristóbal. A comenzar por su oscuro nacimiento que se dice haber ocurrido hipotéticamente en Tiro, Sidón o Biblos, en las costas palestinas (Canaán/actuales Líbano y Siria). Además son clásicos, su cayado o báculo,  barba, altura o tamaño descomunal, fuerte musculatura, el río y sus márgenes, etc. Antiguamente bastaba mirar para su imagen y el viajero se veía protegido; hoy la medalla de san Cristóbal produce los mismos efectos. Ponerse a servicio de un rey, señor del mundo, la presencia del demonio y de un brujo, el símbolo de la cruz, el vado por donde los viajeros son obligados a pasar, los propios hombros del santo que sirven de ‘barco’, el Niño extremamente pesado que le dice: ‘en la medida que ayudas a pasar a las personas me ayudas a mí’, son representaciones y símbolos ‘egipcios’. La propia trayectoria de su vida: nacido en los alrededores de Biblos, su bautismo en Antioquía, su trabajo social en el río Janto, la predicación en Samos y, por fin,  su martirio en Licia, hacen de san Cristóbal un santo misterioso y, al mismo tiempo, popular, cantado en prosa y verso por Federico García Lorca (1898-1936), ‘el poeta español más conocido en el mundo, sólo perdiendo para Miguel de Cervantes en número de ediciones y traducciones de su obra’. También Antonio Machado escribió bellas estrofas dedicadas a ‘aquel que lleva en sus hombros a Cristo’, el popularísimo gigante de Samos que aparece  en todas las puertas de las ciudades con la firme esperanza de ver protegidas sus puertas por un gigante físico pero también espiritual. San Cristóbal quería servir al rey más poderoso del mundo y, por eso, sirvió primero a Satanás (el mal personificado) sin saber que existía otro señor muchísimo más poderoso, Jesucristo, el Hijo de Dios, que los cristianos dicen ser el Sumo Bien.

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