sexta-feira, 5 de julho de 2013

PRÁDANOS DE OJEDA - geografía de La Ojeda (2)





             Decíamos ayer que la Montaña Palentina y sus estribaciones comarcales Boedo/Ojeda y Vega/Valdavia se caracterizan por fuertes contrates entre las planicies de los diversos valles paralelos en dirección sur, y las altitudes de las montañas donde los desniveles configuran un contexto natural típico de Alta Montaña. Esto es extremamente evidente y real: entre los 1.050-1.200m -el monte de Prádanos alcanza  1.180m de altitud- y las zonas más bajas por donde discurren los ríos Pisuerga y Carrión y sus tributarios, se pasa en apenas 10km a cimas que ultrapasan los 2400m, con valles recortados y fuertes pendientes. El M.A.P.A (Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación) califica estas áreas en sus estudios como de Alta Montaña. Curiosamente, en los límites provinciales de Palencia/Burgos, en el término municipal de Aguilar de Campoó –a penas 15km de Santibáñez de Ecla, Prádanos de Ojeda, Becerril del Carpio y Nogales/Villela, frontera septentrional de nuestras comarcas al este -  surge una pequeña área geográfica que pocos conocen: llamase Valdivia/Loras (no confundir, por favor, con Valdavia). Está situada entre largos y estrechos sinclinales colgados, un modelado cárstico y algunos enclaves de gran valor paisajístico, ecológico, botánico y turístico. Ahí encontramos El Cañón de La Horadada, Las Tuerces, La Covalagua y La Cueva de los Franceses – los parajes más bellos y emblemáticos de la Montaña Palentina. En esta región se dan cita las dos cuencas sedimentares más importantes de la península Ibérica: el río Duero con las nacientes de sus más importantes tributarios en territorio palentino (Carrión y Pisuerga, en cujas cuencas se han construido 5 embalses), y el río Ebro que nada más nacer en Cantabria atraviesa una pequeña área palentina, en tierras de Báscones de Ebro. La orografía y el clima de inviernos largos y fríos (limitan las potencialidades agrícolas del territorio), así como un clima de veranos breves y húmedos que comprometen la maduración de numerosos productos, marcan tradicionalmente las actividades y creaciones humanas en esta comarca. Inconvenientes además prolongados por períodos de incomunicación por causa de la nieve y a veces superados por los rebaños trashumantes y de trastermitancia. Esta comarca tan desconocida entre los habitantes de nuestros pueblos presenta características individuales que los geógrafos españoles califican como ‘el confín más remoto e inaccesible de la provincia de Palencia, con  su espectacular y desconocida cadena montañosa’ de la cual forman parte los pueblos arriba citados, o sea, Santibáñez de Ecla, Prádanos de Ojeda, Becerril del Carpio y Nogales/Villela.    
     La comarca de Valdivia/Loras, cuyas estribaciones montañosas alcanzan nuestro pueblo –Pico y Peña Cortada forman parte de este conjunto cárstico- es un de los enclaves paisajísticos más importantes de Palencia, como resultado  de varios y múltiples procesos de erosión en rocas calizas. Situada en el entorno de los páramos de La Lora, una zona de contacto entre los relieves cántabros y la cuenca sedimentar del Duero, el conjunto orogénico de Las Tuerces se describe como un auténtico laberinto en que se alternan grandes bloques de formas caprichosas e inconfundibles ej.: el Cañón de la Horadada, denominado por los geólogos de  Colorado Español. Tratase de una garganta profunda con paredes verticales y rocas calcáreas en cuyo fundo abre camino el río Pisuerga. Esas paredes están llenas de cuevas > algunas de carácter prehistórico, ‘setas’ gigantescas, puentes y arcos naturales, cerrados callejones y umbrías covachas, que dan lugar a un encantado paisaje de paseo, contemplación y encantamiento. En realidad, Las Tuerces constituyen una pequeña meseta de 1.095m de altitud, situadas al sur de Aguilar de Campoó, sobre el río Pisuerga. Sus formas son denominadas loras > cerros elevados de cumbre casi plana y paredes verticales que caracterizan toda esta zona limítrofe entre Burgos y Palencia, y marcada por el río Pisuerga; Prádanos está a penas a 4km de este río. Las Tuerces se diferencian de las demás loras por constituir un espectacular conjunto de formaciones ‘retorcidas’ que nos recuerdan la famosa Ciudad Encantada de Cuenca. Los diferentes procesos de erosión (superiores e inferiores) acabaron por componer y ‘dibujar’ ese variado, singular y curioso paisaje rocoso, repleto de oquedades, cuevas, callejones, grietas, lapiaces, valles hundidos, pináculos, viseras, ‘setas’, etc, que las tornan un Monumento Natural de la Biosfera. Además, Las Tuerces constituyen el más conocido y visitado paisaje cárstico tan dominante en esta parte de la Montaña Palentina y zonas linderas.      
El paisaje espectacular y singularísimo de esta zona no es el único atractivo que lleva visitantes del mundo entero a la meseta de Las Tuerces. También existen por aquí atractivos históricos, artísticos, arqueológicos y deportivos. En el enclave aparecieron restos de distintas civilizaciones que han poblado estas tierras desde tiempos remotos. En algunas grutas y cavernas se han localizado materiales datados desde el Paleolítico Medio, pasando por  la Edad del Bronce,  la Historia Antigua y llegando a la Edad Media. En el monte Cildá (975m), un emplazamiento estratégico que flanquea La Horadada al oeste, se encontraron ruinas de un asentamiento cántabro, después poblado romano. La Historia nos habla de los episodios cruciales y subsecuente sometimiento de Cantabria y norte de Castilla por las legiones romanas, acantonadas en Pisoraca (Herrera de Pisuerga) al sur y Portus Blendius (Suances) al norte, unidas por la famosa calzada romana (acompaña el río Pisuerga) que unía la mesa castellana al mar Cantábrico. Y más aún: existen muestras curiosas de la civilización hipogea > nombre dado  a galerías subterráneas o pasajes excavados con funciones funerarias ej.: tumbas reales del Antiguo Egipto. Es famosa la iglesia rupestre de Olleros de Pisuerga, una construcción, en parte de origen romano, excavada en la roca arenisca del monte Cildá; la iglesia actual es de arquitectura románica (siglos X/XII). La ermita de san Pelayo, en Villacibio, construcción en forma de herradura con un arco de medio punto muestra su carácter visigótico. Quien visita estos lugares no puede por menos de alcanzar los desfiladeros del río Pisuerga y la vega de Mave, en cuyo pueblo el visitante encontrará una iglesia románica del siglo XII, verdadera joya del convento de Santa María, así como la iglesia románica de Becerril del Carpio (nuestro vecino del norte) y sus casonas solariegas en los Barrios  de Santa María y de San Pedro, dos parajes recónditos y encantadores del norte palentino, muy cerca de nuestro pueblo, Prádanos de Ojeda     
     Me desvié un poco del título programado, para deciros que la Ojeda de la cual formamos parte importante también ostenta algunas características de la comarca Valdivia/Loras. En verdad, la Ojeda y Boedo son dos comarcas naturales del centro-norte de Palencia, en su sector más oriental, junto a la provincia de Burgos, precisamente en su límite más interesante desde el punto de vista paisajístico y etnobotánico. La Ojeda/Boedo – comienza su recorrido orográfico siguiendo la Ruta Alar del Rey por la P-223, a la derecha donde se encuentra nuestro pueblo sesteando en La Cerrilla, pionero que es del valle más emblemático de Palencia-, un territorio de transición entre las llanuras de la Tierra de Campos, al sur, y de los contrafuertes cantábricos, al norte. Y empleo la palabra emblemático porque en él aparecen diversos monumentos históricos que marcaron nuestra trayectoria y la geografía del lugar. Sus mayores cumbres como el Espigüete (2.450m) > en la parte occidental de los Picos de Europa; el Naranjo de Bulnes (2.518m) – indiscutible rey de estas montañas y de todas las restantes de la geografía hispánica- en la parte central;  y la Morra de Lechugales (2.444m), en la parte Oriental y su famoso macizo de Ándara-, son montañas que aparecen como verdaderas murallas rocosas al norte de Palencia. La Ojeda y su pequeño territorio de 1.538km² se reparten entre los valles por donde deslizan los ríos Boedo (72,7km) y Burejo (33,6km), formando este último la cuenca principal de La Ojeda. A él confluyen espaciadamente numerosos arroyos y riachuelos que a su vez abren a incontables vallejos secundarios.       
En realidad,  aunque de pequeñas dimensiones – nace en Colmenares de Ojeda (mi hermana Cristi nació en este pueblecito montañés) y desemboca en Herrera de Pisuerga-, el río Burejo discurre su diminuto caudal integralmente en la provincia de Palencia. Es más un típico arroyo de montaña que serpentea por prados húmedos muy próximos a la Peña de Cantoral (1.130m) en cuyo pueblo de 13 habitantes recoge las aguas provenientes del deshielo y de las nevadas de invierno. En Colmenares duplica su correntía debido a un minúsculo tributario, el Valdeur. Por el camino, otros afluentes van engrosando su modesto caudal como lo hacen el arroyo Tarabás (en Olmos de Ojeda) y el Payo (en La Vid de Ojeda), antes de engolfarse en el Pisuerga (en Herrera). Cosas del destino: mi hermana nació en Colmenares como el río Burejo, y posiblemente terminará sus días en Herrera, donde mueren las aguas de este río símbolo y pasatiempo de la Ojeda. Los tres arroyos de Prádanos son un caso a parte: nacen a los pies de la montaña y terminan en un solo tramo en los términos de Alar y Villorquite, en un lugarejo que llamaban la venta El Hambre (hoy despoblado), poco abajo del molino de harinas. Los tres se unían en la Huerta de los Blases, después de irrigar la vega pradanense por unos 5/6km. Y como hijos de una misma madre se echaban adormecidos y cansados en los placenteros brazos del  río Pisuerga.
           El río Burejo y su pariente cercano el Boedo al no atravesar núcleos urbanos ni grandes poblaciones, posee aguas de buena calidad (o poseía en mis tiempos de niño), lo que favorecía la presencia de peces entre los cuales se destacaba la trucha. Hoy evidentemente todo está cambiado, pero aún existe un coto de pesca libre en Herrera de Pisuerga. Antiguamente había muchos molinos en sus márgenes, en función de las necesidades de los habitantes ribereños: casi todos han desaparecido; en mi visita reciente (2012) el caserío molinero de Villabermudo, aún estaba en pie. El problema mayor del río Burejo es el fuerte estiaje en los meses de verano (julio/agosto) cuando prácticamente es un río seco. Sin embargo, y a pesar de ser la cuenca o valle más importante de la comarca, con los temporales del invierno y el deshielo en la primavera a veces transborda y sus aguas invaden campos, puentes, acequias y hasta viviendas que encuentra en su camino. Pero las aguas del Burejo también son benéficas para las fincas de patatas, ajos, remolachas y diversas hortalizas, así como para los pueblos (y ganados) circundantes que aprovechan su corriente para el regadío. Que lo diga mí cuñado Elpidio: ¡cuantas veces le vi conducir las aguas de este rio para su mimosa huerta!     
         Los ríos Boedo y Valdavia (81,4km) poseen asimismo modestos caudales. El Boedo es un afluente del río Pisuerga, y nace en las proximidades de Santibáñez de la Peña, a los pies de la sierra del Brezo, en un lugarejo llamado Villafría de la Peña, a 1.242m de altitud. Después de recorrer unos 72,7km desemboca en el río Valdavia, en Osorno la Mayor. A su vez, el río Valdavia que nace en la misma sierra del Brezo, después de irrigar el valle con su nombre y recibir las aguas del río Boedo, desemboca en el río Pisuerga, en Melgar de Fernamental (Burgos). Como el Burejo, tanto el Boedo como el Valdavia y sus pequeños afluentes discurren por valles paralelos en dirección sur, que en determinado punto se entroncan formando el conjunto comarcal Boedo/Ojeda/Valdavia, de mayor proyección románica de España. Por estos valles se explaya un patrimonio monumental del Arte Románico que estuvo en comunicación con los grandes centros de renovación eclesial hispánica (reforma de Cluny) y bajo los auspicios de otros monasterios. Un ejemplo histórico fue San Román de Entrepeñas (940) -hoy solo resta el torreón, único vestigio de su antiguo esplendor-, superior en importancia como priorato cisterciense al Real Monasterio de San Zoilo (948), en Carrión de los Condes. Para tener una idea de su importancia histórica basta recordar que este monasterio fue el más famoso priorato en el Camino de Santiago (¡permitía a los peregrinos comer pan y vino a discreción!), de grande relevancia y prosperidad por causa de los condes de Carrión [Gómez Díaz y su mujer Teresa Peláez, nieta del rey Bermudo II], que le escogieron como panteón familiar. En 1219, la princesa Beatriz de Suabia (nieta del emperador de Constantinopla) contrajo matrimonio, aquí, con Fernando III el Santo. Hoy es un hotel de lujo.
      Los pueblos de La Ojeda y Boedo se asientan con frecuencia al abrigo de esos tres valles fluviales o en sus cerrillas, disfrutando muchos de ellos de abundantes vegas o prados de siega, esto es, sistemas seminaturales donde prevalece la intervención del hombre en función de su manejo agrícola (número de cortes, riego, abonado, pastoreo y siembra). Casi todos ellos proceden de antiguos panares (> campos de cereal de montaña, normalmente trigo, centeno y cebada), o patatales revertidos en prados para la producción de hierba a fin alimentar al ganado en el invierno. Actualmente, muchos prados sufren constantes regresiones al cambiar de actividad laboral. Ganaderos abandonan el manejo o lo hacen más extensivo y menos cuidado. En sus alrededores, sin embargo, aún se pueden ver buenos ejemplos de praderías todavía productivas en los tres valles, incluso en Prádanos de Ojeda. Otros son transformados en herbazales y convertidos en pastos secos invadidos por ulagas, majuelos, zarzas y arañones (endrinas), evolucionando en diversos lugares para el pinar o el quejigal. Y hay lugares donde los prados situados en fajas estrechas y pendientes casi imposibles de cultivos que procuran integrarse con funciones ecológicas, paisajísticas y de turismo. A lo largo de estos valles vemos evidencias de abancalamiento > terrazas o bancales que reducen la pendiente de las laderas semimontañosas, y restos de prados, en su mayoría convertidos en pastos o colonizados por leñosas de orla de bosque o pinos. Evidentemente, los mejores prados como en Prádanos se encuentran en las zonas bajas, en la cola de los arroyos o cursos de agua aún disponibles. En algunos prados supraforestales los labriegos se permiten  dallar los pastos durante el día, antes de la entrada del ganado (¡cuando aún existe!) en las estivas realizadas a principio de agosto. Los estudiosos de este asunto hablan en prados  de siega de montaña, o sea, prados ricos en especies herbáceas y productores de heno, poco o moderadamente fertilizados, preferentemente ubicados en los pisos montano y de cerrilla en zonas montañosas del norte peninsular (entre 400 y 1.600m de altitud), aunque también ocurran en la región mediterránea. Por lo general, son prados de suelos profundos, casi siempre neutros o básicos y abonados con estiércol y con las deyecciones directas del ganado. En condiciones benignas producen gran cantidad de biomasa que puede ser segada una o dos veces al año, y aprovechada también directamente para el ganado. Este tipo de prados se distribuye en pequeñas parcelas ocupando laderas y fondo de valle, generalmente separados por árboles, setos y en algunos lugares con muros de piedra, formando un conjunto característico que se suele llamar de pradería. La mitad de nuestro pueblo se encaja en estos comentarios.      
El clima de La Ojeda/Boedo es mediterráneo continentalizado, lo que quiere decir que los inviernos son largos y fríos, con heladas frecuentes y abundante pluviosidad. El verano por lo general es corto, con estación seca, temperaturas frescas debido a la proximidad de la Montaña Palentina. En este particular, nuestras comarcas siguen las características de la meseta castellana, aunque más suaves y húmedas y con valores termométricos no tan extremos. Entre los 400 y 1.600m de altitud, en lo que tradicionalmente se llamó de fondo de valle y laderas, el clima es generalmente templado oceánico submediterráneo, con temperaturas medias/ano entre 8/10ºC y precipitaciones totales anuales de 950 a 1.400mm. Los prados de nuestros valles (Valdavia, Boedo y Ojeda) de la llamada comarca Zona Norte, según criterios del M.A.P.A., forman comunidades que requieren un mantenimiento agrario estable, que básicamente consiste en una o dos siegas anuales condicionadas a riegos en la mayoría de los casos, y a un ligero pastoreo en el comienzo de la primavera. Los prados de nuestras comarcas tienen un interés agrario importante, dada su incorporación a las producciones de materia seca y a las cualidades forrajeras en algunos lugares de montaña en las zonas cantábricas. Muchos prados, como los de Prádanos, tienen una total dependencia de las actividades agrícolas, ocupando incluso formaciones boscosas. Tal vez por eso aparecen formando mosaicos con otros prados con mayor grado de intensificación en su manejo anual. Los técnicos aconsejan la utilización de un sistema de Información Geográfica, basándose en un modelo digital de los terrenos, estimando por ejemplo las variaciones de temperatura debidas a la altitud, exposición solar, latitud, distribución pluviométrica y orientación de las pendientes. Claro, técnica demás para nuestros labriegos de Boedo/Ojeda. Sin embargo, no pueden ser puestas de lado las particularidades ecológicas, la flora y la fauna de las comunidades presentes en esos sistemas semimontañosos y para cada un de sus valles.
     

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