sexta-feira, 7 de junho de 2013

PLANTAS DE MI PUEBLO - el cardo (17)




     La palabra cardo (o mejor carduus, en latín), a principio es un nombre común dado a diversas especies de plantas que pertenecen al género Cynira de la familia Asteráceas. El vocablo carduus significa hacer señales con la cabeza, en referencia a las flores ovoides del cardo campestre, sustentadas por un tallo oscilante de vaivén. Ciertamente, mis paisanos no saben de este detalle: en Argentina, los tallos del cardo (Cynira pedunculus) son apreciadísimos en culinaria, cocidos o fritos à la milanesa. Otro detalle interesante: es la primera planta a florecer durante la primavera. Por lo general, los cardos crecen en lugares rocosos, principalmente en barranqueras,  ciénagas y despeñaderos, en desiertos y lugares semiáridos, pedregales, en orillas de caminos, carreteras y arroyos poco frecuentados. Se encuentran tanto en estado silvestre como en forma de cultivos en toda la península Ibérica, siendo originarios de zonas meridionales y occidentales del Mediterráneo y norte de África. Consta ser el cardo una planta muy conocida y apreciada por griegos, romanos y árabes debido a sus propiedades culinarias.  Se viene utilizando desde hace mucho tiempo, siendo incluso más sabrosa que la propia alcachofa, de quien es un pariente próximo. Los tallos del cardo son  espinosos  así como sus hojas y brácteas eflorescentes, de donde emergen numerosos flósculos reunidos en capítulos densos (foto). Una característica singular del cardo es su porte herbáceo, aunque a veces alcance gran tamaño. Sin embargo, en ningún caso aparece como arbusto o árbol.      
           De todas las formas, el cardo (Cynira cardundulus) – verdadero prototipo  de la familia de las compuestas tubulifloras - es una planta herbácea de tallo gigantesco, erguido y densamente cubierto de hojas espinosas y lanceoladas. Sus hojas son lisas por el haz, pero tormentosas y espinosas en el envés. Esos tallos enormes terminan en características y globulosas cabezuelas (espinosas) que se asemejan a las alcachofas, de flores azules o violáceas. El cardo florece a finales de primavera y principios del verano. Como se trata de una planta que puede ser ‘cultivada’, es fácil encontrarla en cualquier región de España; su floración  depende precisamente de la zona en que sea cultivada,  o surja como vegetal autóctono. Para usos terapéuticos, se usan las hojas > deberán ser recolectadas a mano en plena floración, dejándolas secar posteriormente sobre cañizos, a la sombra y en lugar seco. En algunos lugares se usan secaderos ad hoc, pero no pueden ultrapasar temperaturas con más de 40ºC. En culinaria, se aprovechan las propiedades del cardo, sobre todo cocido, frito o en ensaladas. Se dice que el cardo es un alimento ‘agradecido’, porque es capaz de adquirir el sabor o gusto que se le quiera dar. A este respecto, se cuenta que Enrique VIII de Inglaterra (1491-1547) era gran apreciador de las virtudes del cardo, a tal punto que lo degustaba a cualquier hora del día o de la noche, de una manera nunca vista en aquel país. Y no solo en Inglaterra, también en Escocia donde se destaca como símbolo nacional de aquel ‘reino’. Cuenta la leyenda que los escoceses se libraron de una derrota segura si no fuese por los gritos de un vikingo al pisar un cardo con los pies descalzos durante la noche. Sus gritos acordaron a los escoceses que contraatacaron con energía y destreza. En reconocimiento al cardo guardián, la Escocia lo escogió como su símbolo máximo (1470). Desde entonces prevalece el lema nacional: ¡Nadie me afrenta impunemente! También el cardo se emplea en forma de vino y licor (bebida amarga).    
         En el cardo podemos encontrar flavonoides y ácidos clorogénicos, de jugo amargo, denominados cinarina > principio activo de la alcachofa, un estimulante que ayuda a fabricar y liberar la bilis al tubo digestivo, ayudando a mejorar la digestión; también ayuda a eliminar toxinas y evitar la retención de líquidos. Además, posee diversas sales minerales, especialmente potasio y un polímero > material orgánico o inorgánico, natural o sintético, de alto peso molecular. El ADN, que contiene el código genético es un polímero, citado como ejemplo. El polímero del cardo libera, por hidrólisis, fructuosa > un hidrato de carbono dulzoso (el ‘azúcar de la fruta’), superior al resto de los azúcares, o sea, 20 veces más dulce que el azúcar de caña y 5 veces superior a la glucosa (miel). Igualmente en el cardo aparece la quimosina (fermento lab), con capacidad de cuajar la leche. De ahí su empleo en la fabricación de quesos debido a sus cualidades como hierba de cuajo. En este caso, utilízase la flor que deberá ser cortada cuando se abre la alcachofilla; y después se seca a la sombra, guardándose herméticamente en vidrios adecuados. Entre tanto su característica principal en terapéutica es servir de excelente alimento dietético > recomendado por eso para diabéticos. Se emplea con buenos resultados contra la ictericia y otras enfermedades del sistema hepático (vías biliares).     
        El mejor ‘tratado’ que encontré sobre las propiedades medicinales del cardo es de la CMA/Medicina Sistémica, donde se describen los usos del llamado cardo lechoso (Silybum marianum). Tratase de un tipo de cardo de 1 a 3m de altura. Sus tallos son erectos con hojas espinosas, marcadas por venas blancas y lechosas – de ahí el nombre silibina, cuya floración ocurre en junio/agosto. Su única flor es de color rojo-purpúreo y termina en espinas agudas. Los frutos presentan un color marrón brillante o grisáceo con manchas. Esta especie detiene un compuesto con mayor grado de actividad biológica de la naturaleza, que se concentra en sus frutos y semillas. En su composición también entran la betaína > un comprobado hepatoprotector y ácidos grasos esenciales de efectos antiinflamatorios. El sylibum es uno de los medicamentos más antiguos del mundo: Dioscórides (40-90 dC), autor greco-romano, considerado el fundador de la farmacognosia, ya nos hablaba de sus propiedades coleréticos y eficacia en obstrucciones hepáticas. Estudios recientes, dan lugar prominente a sus efectos hepatoprotectores en casos de hepatopatías agudas o crónicas.
     1) el uso más notable del cardo lechoso (silimarina) está en su poder hepatoprotector contra el envenenamiento por hongos Amanita > contienen dos hepatotoxinas sumamente potentes (amanitina y faloidina); en 60 casos de envenenamiento anual, la mortalidad fue de 30%. Usada contra el envenamiento de animales (ratones y perros), la silimarina fue 100% eficaz; en 1995,  usada en 41 victimas por envenenamiento todos sobrevivieron. Un caso de coma hepático ocurrió con una niña de 7 años,  en consecuencia de un envenenamiento accidental. Sobrevivió debido al tratamiento con silimarina en combinación con altas dosis de penicilina G.
      2) la silimarina es efectiva también en el tratamiento de hepatitis aguda o crónica, en casos de hepatitis alcohólica y cirrosis, comprobados en pacientes de Finlandia, Austria y Hungría. En todos los casos hubo una mejoría significativa. La silimarina es eficaz como hepatoprotector en casos de exposición crónica al alcohol, pero no reduce los niveles sanguíneos de etanol. Su uso también fue eficaz en casos de hipocolesterolemia, aumentando o colesterol HDL y disminuyendo el colesterol biliar (LDL) y total. En casos de psoriasis, mejoró la función excretora del hígado. Igualmente se comprobó que la sibilinina reduce la reproducción celular y los niveles de PSA, retardando el crecimiento de tumores prostáticos en humanos. Disminuye significativamente los efectos secundarios de la nefrotoxicidad y la actividad de precursores tumorales. La silimarina es eficaz en casos de hepatitis viral, estimula la acción regenerativa del hígado, y tiene efectos antiinflamatorios y antifibróticos.
     3) los tratamientos médicos actuales de hepatitis crónica no-viral son los fármacos inmunosupresores, aunque por períodos prolongados debilitan la vida del paciente. A este respecto, la silimarina actúa eficazmente como antiinflamatorio en el tejido hepático; de ahí su efecto regenerador en las fibrosis hepáticas progresivas: ella reduce la enfermedad en 35% cuando comparado con otros controles. Está comprobada que la silimarina inhibe la beta-glucoronidasa > una bacteria intestinal que destila el ácido glucurónico, un paso importante en la desintoxicación hepática, además de proteger la función inmune del organismo  en hepatopatías alcohólicas crónicas;
    
4)  por fin, la silimarina es un hidrosoluble encapsulado atóxico cuando administrado en altas dosis por períodos cortos; en animales hasta por períodos prolongados. En pacientes adultos pueden ocurrir reacciones alérgicas leves y efectos laxantes debido al aumento de la secreción biliar; en niños, las dosis de silimarina deben ser reducidas (una cápsula mezclada en  puré de fruta, una vez al día). Actualmente, no se conoce ninguna interacción medicamentosa; al contrario, previne las lesiones hepáticas, por fármacos, toxinas y alcohol. Además es eficaz en el tratamiento de enfermedades hepáticas (hepatitis y cirrosis), y muy útil como coadyuvante en el tratamiento de psoriasis y cáncer de próstata. Como recurso medicinal, esta planta es utilizada con mayor frecuencia en el mundo entero. Incluso como alimento, el cardo es considerado un vegetal seguro durante el embarazo y período de lactancia. Parece que el rey Enrique VIII de Inglaterra tenía razón al saborear gulosamente su plato predilecto: ¡cocido de cardo!

Nenhum comentário:

Postar um comentário