sábado, 9 de junho de 2012

Gonçal'Eanes de Aguilar - un trovador aguerrido (7)

Nuestro antepasado, D. Gonçal’Eanes do Vinhal, después señor de Aguilar, fue un ricohombre honesto, justo, valiente y de coraje grandilocuente, desde su juventud, además de ser un poeta y trovador ‘apost’e bem talhado’, como lo demuestran las diversas actitudes que tomó ante los acontecimientos de su época. En la riña entre Alfonso X y el hermano de este, D. Enrique de Castilla (1230-1303), parece haberse inclinado a favor del infante desheredado y, por eso, ‘rebelde’. Este último, señor de Écija, Dueñas, Calatañazor y Morón de la Frontera, para citar apenas algunos señoríos recibidos en testamento paterno, tenía motivos muy serios y más que suficientes para rebelarse contra  el trono de Castilla. A final, Alfonso X el Sabio, ignorando las disposiciones del legajo paterno, le destituyó de todos esos bienes, haciendo lo mismo con la viuda de Fernando III y su madrasta, D. Juana d’Aumale y Dammartín, reina que fue de Castilla y León (1237-1257) - una hermosa dama francesa de nacimiento y linaje. En la época, corrían rumores en la corte de que el infante mantenía ligaciones carnales con la ex reina viuda. El infante D. Enrique, irritadísimo y con pésimos sentimientos en relación al hermano mayor, conspiró contra Alfonso X y buscó ayuda en los reinos de Aragón (¡oferta recusada!), de Francia e Inglaterra, después de ser derrotado por las tropas reales en las cercanías de Lebrija. Y en toda esa confusión también tomó parte, D. Fradique (un tercer hermano), que se vio forzado a abandonar el reino de Castilla y León por desavenencias con Alfonso X, uniéndose en seguida a  D. Enrique, y colocándose, por varios años, al servicio del rey de Túnez. Más tarde, D. Fradique, fue muerto a mando de Alfonso X, por ahogamiento o garrote vil (no se sabe a lo cierto), en el Castillo de Burgos (1277). Curiosamente, para justificar este fratricidio se habla en homosexualismo, herejía albigense y hasta de relaciones canales de D. Fradique con la reina consorte, D. Violante, esposa de Alfonso X, para explicar esa ira ensandecida contra un hermano por parte del rey Sabio. Otros historiadores la atribuyen a conspiración, dada la instabilidad del reino, los desaciertos políticos alfonsíes y los consecutivos ataques de cólera del rey en ejercicio, Alfonso X.
Sea como fuere, no resta duda alguna: ante tanta ‘barbaridad, sinvergüencería y sordidez’ cometidas en la corte, nuestro ancestro salió en defensa de su amigo íntimo, D. Enrique de Castilla, y de la reina viuda y segunda mujer de Fernando III, D. Juana d’Aumale (1210-1279) – en la época del conflicto, estaba con 45 años, en cuanto D. Enrique contaba con apenas 25 años de edad. Y como se considerase amigo incondicional de ambos, acabó provocando consciente o inconscientemente la ira y ataques de cólera de Alfonso X, sentimientos transferidos de modo claro o velado para aquella cantiga de escarnio y maldecir, de título Don Gonçalo, pois queredes ir daqui para Sevilha – un caso rarísimo, como ya dijimos, en la abundante composición literaria de Alfonso X El Sabio. Así, considerada la situación instable y peligrosa del reino, y el desenlace imprevisible de los acontecimientos, la actitud de D. Gonçal’Eanes en querer afrontar al rey y dar razón al ‘enemigo’ demuestra  mucho coraje  y sentimientos de justicia. En verdad, tratase de un gesto benevolente de amistad sincera e irrestricta a los amigos que atravesaban situación tan delicada y difícil. Y explica por que hace eso:
       … o amo de corazón,
       Como nunca’amou amigo a molher.

Además, es de suma y extraordinaria deferencia para con D. Juana, caída en desgracia y también desheredada por el rey, pero amiga y confidente desde tiempos atrás. En esta época, D. Gonçal’Eanes debería estar con unos 30/32 años. Esa situación caótica de Castilla está expresa en varias de sus cantigas, todas ellas de escarnio y maldecir. El coraje y actitud guerrera de nuestro ilustre antepasado no solo aparecen en las 18 cantigas – 6 de amigo y 12 de escarnio y maldecir -, como principalmente en los campos de batalla, a comenzar por la reconquista de grandes ciudades musulmanas en Al-Andalus > nombre árabe que según etimologistas famosos correspondería a la palabra latina Span[y]a, después extendido a la península Ibérica, más específicamente a la Bética romana. En Múrcia (1243) – aún en tiempos de Fernando III el Santo - , Gonçal’Eanes do Vinhal sería nombrado tenente de la región > administrador de justicia y recaudador de impuestos reales y militares en los Campos de Hellín (Murcia/Albacete).
En la campaña andaluza de 1243 – el rey de Aragón, Jaime I el Conquistador, afirmaba ser esta reconquista “per salvar a Espan[y]a” - los nobles guerreros castellanos – nuestro antepasado entre ellos -  conquistaron numerosas ciudades y aldeas ej.: Cabra, Aguilar, Morón etc. El reino taifa de Sevilla sofría las depredaciones de la guerra y sus mejores fortalezas se rendían al rey castellano. Y como Fernando III se quedase prostrado y sin movimientos en Burgos [a causa de una enfermedad crónica], el infante D. Alfonso (futuro rey), juntamente con la mesnada más aguerrida de Castilla > una compañía de gente de armas bajo el mando del rey o de un ricohombre o caballero principal, tomó la firme iniciativa de conquistar el reino de Murcia. Pero a medio camino, en Toledo [ciudad situada entre Burgos y Murcia], el ejército cristiano recibió pleitesía y vasallaje de Abenhudiel, emir de Murcia. Así, sin desenvainar sus espadas, conquistan la capital que se entregaría sin capitulación. Pero no el resto del reino, como resalta el historiador Ballesteros Beretta: aquella hueste alegre se prometía venturas y se consideraba feliz a causa de haber trocado una compañía de incertidumbres guerreras por un paseo triunfal, el regalo de un reino feraz, cuajado de codiciado botín. Estaban redondamente engañados: no todo fue, como suponían, una senda florida. Al contrario, encontraron espinas y, éstas, inesperadas, molestarían más a los expedicionarios. La Crónica General, a través de magnífica descripción histórico-literaria de Ballesteros Beretta, también subscribe esta reconquista con bastante euforia y contentamiento: “el comienzo fue prometedor. El infante D. Alfonso con su tropa de jóvenes adalides – Gonçal’Eanes tendría entonces unos 20 añosrecorría jubiloso la ciudad mientras los añafiles y trompetas rompían el aire con sus agudos sones. En aquella mañana primaveral [31 de mayo] reflejaba el sol sus rayos en los escudos relucientes de los mesnaderos. Los corceles piafaban, conduciendo a sus dueños por entre las callejuelas moriscas. Del espeso haz de los caballos se destacaban los blancos mantos de los santiaguistas [Orden de Santiago] y de la roja cruz del Apóstol. Montado en brioso alazán se erguía la noble figura del Maestre [D. Pelay Pérez Correa], destocado, y mostrando al aire su noble frente y el cráneo mondo y despojado de cabellos. A su lado cabalgaba el primogénito de Castilla. Vestía indumentos reales y caía sobre sus hombros un manto escarlata sembrando de castillos y leones dorados. En la diestra empuñaba la espada de combate y su rostro complacido demostraba la alegría por el cumplimiento de aquel sueño tan pronto realizado” (cf. La Reconquista de Murcia, de Antonio Ballesteros Beretta).
De la mesnada del infante D. Alfonso – naciera en 23 de noviembre de 1221, por lo tanto tenía apenas 22 años -, nuestro laureado historiador cita ocho personajes, además del propio infante D. Alfonso, en su opinión,  los más famosos del reino: 1) el infante D. Fernando, su hermano inseparable y muerto luego después - estaba entonces con tan solos 18 años-; 2) el Maestre de la Orden de Santiago, D. Pelay Pérez Correa – ‘el más relevante de los colaboradores de la reconquista murciana’ -; 3) D. Rodrigo González Girón – mayordomo mayor del rey Fernando III; 4) D. Juan García de Villamayor – ‘caballero y ricohombre de los más linajudos de Castilla y ayo de D. Alfonso’;  5) los hermanos Guzmán D. Pedro Nuñez de Guzmán, Nuño Guillén de Guzmán, y la hermana de estos, la bella Mayor Guillén de Guzmán, amante/enamorada de D. Alfonso ; 6) D. Roy (o Rodrigo) López de Mendoza – noble alavés, fiel a la causa de los reyes castellanos y muy ligado a D. Alfonso; 7) D. Gonzalo Ibáñez, obispo de Cuenca y único prelado que va a la reconquista de Murcia; y 8) nuestro ancestral, D. Gonçal’Eanes do Vinhal, ‘descollando entre los vates de la corte de Fernando III y luego de D. Alfonso X’.
Pero entre todas estas personalidades, llama nuestra atención la figura relevante de D. Mayor Guillén de Guzmán pelo inusitado del caso. Pues bien: la presencia de los dos hermanos, D. Pero Núñez de Guzmán y D. Nuño Guillén de Guzmán, en la mesnada del infante D. Alfonso, se debe única e exclusivamente a la influencia de D. Mayor, amante/enamorada del príncipe heredero. No sabemos se la hermosa Mayor iba con la hueste real, pero ‘no sería inverosímil, si allí estuviese presente’- afirma Ballesteros. En el siglo XIV, otra Guzmán,  D. Leonor, amiga de Alfonso XI, seguiría a este en sus expediciones y, por eso, fue apellidada ‘La Dama de los Campamentos’. En el caso de D. Mayor, sería aún más probable, porque la expedición al reino de Murcia era considerada ‘una partida de placer’. D. Alfonso X tuvo verdadera pasión fulminante por ella, tal vez el primero y el único amor de su agitada vida en la corte. Sin embargo, conveniencias políticas y consideraciones de Estado separaron los dos amantes. Esta dama – ‘con prosapia suficientemente ilustre’ – deslumbró por su hermosura. Era de aventajada estatura, de bellísimo rostro, de rubios cabellos, diminutos pies y manos finísimas. Sin duda, debió impresionar a sus contemporáneos por su porte, acabado perfil, blancura de su tez y arrogante figura. Todos estos detalles de su hermosura y hasta su indumentaria son conocidos de la Historia, gracias a que su cuerpo permaneció incorrupto durante siglos.
Toda esa preponderancia histórica es muy interesante, pero a nosotros nos interesa mucho más la descripción que el famoso historiador de la Real Academia de la Historia, Dr. Antonio Ballesteros Beretta, hace de nuestro ilustre antepasado -  la mejor y más perfecta biografía de nuestro pariente de que tengo noticia. Copié algunos rasgos más significativos: fue oriundo de Portugal, pero fijó residencia en Castilla, donde descolló como un de los más destacados poetas de la corte de Fernando III y luego de Alfonso X El Sabio. Carolina Michaëllis de Vasconcelos (1851-1925) – reconocida mundialmente como la más importante filóloga de lengua portuguesa aunque alemana de nacimiento, y la primera mujer a enseñar en la Universidad de Coímbra – nos dice: D. Gonçal’Eanes do Vinhal - y desde 1257, por opción personal, señor de Aguilar -, procedía de una  estirpe  radicada en Galicia; el linaje Vinhal pasó a tierras portuguesas en tiempos del conde D. Enrique de Borgonha (1066-1112). Estaba emparentado con los apellidos Briteiro, Redondo, Paiva, Lima, Arganil y Zamora. Apenas la ilustre filóloga se olvidó de decir que Gonçal’Eanes do Vinhal estuvo entre los conquistadores de Murcia, Jaén, Sevilla, Córdoba etc. En Castilla cambió el apellido Vinhal por Yañez. Por méritos militares recibió el señorío de Aguilar [de la Frontera], y desde entonces (1257), tanto él como sus descendientes, se apellidan Aguilar. Dicho señorío se ubicaba en la comarca de Córdoba, entre los términos de Lucena y Zambra, según documento firmado por D. Pero de Lucena, alcayt de Aguilar. Fue a raíz del Repartimiento de Sevilla, cuando nuestro ilustre ancestral tomó parte activa en la reconquista de Jaén (1246) y Sevilla (1248).
Por otro lado, el historiador Ballesteros no deja de mencionar la inspiración poética de Gonçal’Eanes  y sus procaces y atrevidas cantigas de escarnio y maldecir. Según su relevante parecer, las composiciones surgieron a raíz de los supuestos amores del infante D. Enrique con su madrasta, D. Juana de Ponthieu, ocurridos casi con certeza en 1255, año de la sublevación del infante castellano. En esa data, la hermosa viuda, a los 45 años, aún conservaba espléndida su hermosura. D. Gonçal’Eanes, en sus atrevidos y desvergonzados versos, exaltaba la valentía del infante D. Enrique (‘amigo íntimo’) que luchaba en los campos de Morón y Lebrija contra las tropas reales, llevando ostensivamente en su armadura la toca de D. Juana Ponthieu. El poeta finge que la reina viuda de Fernando III implora de Alfonso X el perdón de su entendedor (> amante). Posteriormente, nuevos documentos fueron encontrados, aumentando el noticiario histórico de nuestro antepasado como amigo, trovador, juglar y compañero de rimas del rey Alfonso X.
En 1270, D. Gonçal’Eanes, señor de Aguilar, entregaba en donación y de modo voluntario al Monasterio de Santa María de Valbuena, ‘con inmenso placer’ de su mujer, D. Berenguela, y de los hijos Gómez González y Leonor González – ‘y para remisión de mis pecados’ -, todos los heredamientos de Juzena (actual Lucena), en los términos de Sevilla: 100 arançadas (> medida de viñedos) y diez yugadas (> medida de tierra arada en un día) de trigo. Una donación [hace cuestión de recordar nuestro pariente] recibida del rey y amigo Alfonso X. Otro detalle resalta la fe cristiana no solo de nuestro ancestral como de todos los caballeros de su mesnada: la imagen de Santa María la Real de las Huertas, imagen zamorana venerada por D. Alfonso y que él llevaba en sus gestas militares, así como hacía su padre Fernando III que traía consigo la Virgen de las Batallas. Eran pequeñas esculturas románicas alrededor de las cuales se reunían para orar los guerreros en la misma tienda del monarca o del Infante. Poco sabemos de los hijos del poeta y trovador; de su mujer, Carolina Michaëllis dice que se trata de D. Carolina, de Berenguela Cardona, hija de Ramón Folch de Cardona, de la más linajuda nobleza de Cataluña. Un documento (1277), habla de Gómez Pérez, sobrino de D. Gonçal’Eanes, como hombre bueno [rico] de España. También en  el Archivo de Medinaceli aparece la concesión real del mayorazgo de Aguilar y Monturque. En el reinado de Sancho IV de Castilla y León, un documento llama de Berenguela Guillén a la mujer de Gonçal’Eanes  (1287). Probablemente, el señor de Aguilar estuvo casado con una parienta de D. Mayor Guillén de Guzmán, lo que nos lleva a pensar en un motivo a más para desenmarañar la amistad entre el rey Alfonso X y nuestro ilustre antepasado. Todo este noticiario aparece después de su muerte, ocurrida en los campos de batalla (1285), sin saber en que lugar concretamente: en la ribera del río Salado; en la vega de Granada; en la bahía de Algeciras; en la Torre de Cartagena (Murcia)… En el momento de su muerte, a los 62 años bien vividos, era comandante de las tropas reales en Córdoba. Y murió en combate, contra los moros, haciendo justicia a su propio destino.

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