sexta-feira, 22 de junho de 2012

D. Gonçal’Eanes de Aguilar – Cantares da Cornualha (11)




La nobleza galaico-portuguesa y castellana de la segunda mitad del siglo XIII estaba muy familiarizada con la leyenda de Gaia > historia de un amor trágico entre Gaia, reina de Asturias y mujer de Ramiro II (931-951), y el rey moro Alboazar; y el amor fulminante entre el rey cristiano y la hermosa árabe Zahara, hermana de Alboazar. De la misma manera, esa ricahombría manoseaba las leyendas y mitos sobre el rey Arturo y los caballeros de la Mesa Redonda, así como del legendario héroe que decide colocar en risco la propia vida, atraviesa las aguas en busca de Avalón > isla donde vive Morgana > una hechicera discípula y entrenada por el mago Merlín. Así, bajo el disfraz de un personaje burlesco, loco y enfermo, se aproxima de su amada, que le reconoce a causa de un anillo. Basado en estos simples argumentos, Gonçal’Eanes escribió sus ‘Cantares da Cornualha’, una obra lírica desaparecida, pero que el propio trovador menciona en la cantiga de escarnio y maldecir [mestría] denominada Maestre, tôdo’los vossos cantares. Eis la cantiga como aparece en el original:

                      Maestre, tôdolos vossos cantares
                      Já quê filhan sempre d’um a razom,
                      E outrossí ar filham a mí som;
                      E nom seguides [i] outros milhares
                      Senom aquestes de Cornoalha;
                     Mais este[s] seguides ben, sem falha
                     E, ai trobador, per tantos logares.

                     D’amor e d’escarnh’, em todas razões,
                     Os seguides sempre;  [e] bem provado
                     Eu o sei que [os] havedes filhado
                     Ca, se ar seguíssedes outros sões,
                     Nom trobaríades peior por én;
                     Pero seguides os nossos mui ben
                     E já hogan’ i fezestes tenções.

                     Em razom d’um escarnho que filhastes
                     E nom [no-lo]  metestes ascondudo
                    Ca já quê era de Pedr [o] Agudo
                    Essa razom em que vós i trobastes;
                    Mais assi a soubestes vós deitar
                    Antr’uas rimas e entravincar,
                    Que toda vo-la na vossa tornastes.

                    Por maestría soubestes saber
                    Da razom alhea vossa fazer
                    E seguir sões,  a que vos deitastes;

                    E gram careza fezestes,  de pram;
                   Mais los trobadores travar-vos-am
                   Já quê nos tempos, que bem nom guardastes.

El ‘maestre’ a quien D. Gonçal’Eanes do Vinhal dirige esta cantiga [de mestría > en ella, no existe refrán, pero sí estribillo y un paralelismo consonántico] es, sin duda, el ‘físico’ y conocido médico de la corte en tiempos de Alfonso X, el maestre Nicolás, con el cual nuestro ancestral se encontraba con frecuencia en la corte. El maestre Juan Nicolás era formado por la Universidad de Montpelier [en la época, pertenecía a la corona de Aragón], famosa por sus estudios médicos. Según comentarios, era un hombre irrequieto, audaz, con aspiraciones políticas, ambicionando ocupar altos puestos en la corte de Castilla. Un trovador le ironizaba en su cantiga: es un buen médico, porque no sabe cuidar bien de sus enfermos, pero le veo con birrete oriental y ropas de Montpelier; y dice que entiende latín como cualquier clérigo, aunque no sabe traducirlo. La sátira del poeta critica su atuendo personal y su pedantería insoportable, pero suficientemente interesante para llamar la atención de reyes y ricoshombres. Cuanto a la cantiga, es una composición trovadoresca que se asemeja a la cantiga de seguir, esto es, una modalidad satírica utilizada por trovadores galaico-portugueses y construida a partir de otra cantiga, reaprovechando el tema, los versos, las rimas y las músicas de otro cantar conocido y popular. Gonçal’Eanes también alude a las cantigas dichas de tenções > un desafío poético donde dos menestrales o juglares exponen sus habilidades trovadorescas. Es, por lo tanto, una cantiga que lidia con el ‘arte de seguir’ donde  el maestre Juan Nicolás preconiza las rimas, los versos y las músicas de Gonçal’Eanes. ¡No se sabe bien por que lo hace, pero maestre Nicolás quiere impresionar al rey como todo buen alpinista social! En la cantiga se dice que el  médico-trovador escoge a nuestro ancestral como modelo entre ‘millares’ de otros trovadores. Aquí alude a Pero García Burgalés, mas conocido por Pedro Agudo, un juglar tardío de Burgos, y satirizado como ‘cornudo’ en dos cantigas de Pero da Ponte.
Sin embargo, en este momento nos interesa más la infraestructura de los Cantares da Cornualha, atribuidos a nuestro ancestral, y a su poder trovadoresco con base en las aventuras del rey Arturo, señor de la  Cornualha. En verdad, el mito artúrico considerado un patrimonio de la literatura universal, y su extraordinaria influencia en la poesía lírica galaico-portuguesa, es algo que siempre existió en trovadores de cualquier género. Según pude observar en mis pesquisas, el mito del rey Arturo [su origen es muy antiguo] toma como punto de partida un hecho histórico verdadero: Arturo (501-542), fue un rey bretón y gobernante de las tierras de Cornualles y Davon. Todo esto comenzó en la época de las invasiones anglo-sajónicas, en Britannia: muchos bretones huyeron en dirección a Armónica > región costera del noroeste de Francia, y Galicia, pero la mayoría prefirió luchar contra las hordas germánicas. El rey Arturo consiguió unir a los bretones y organizó una resistencia histórica. En la Materia de Bretaña [aquí se revela el mito del rey Arturo y su actuación legendaria], aparece la historia de las Islas Británicas, cuyo eje central es el rey Arturo y los Caballeros de la Mesa Redonda. Un poeta francés, Jean Bodel (siglo XII), autor del poema épico Chansón de Saisnes, decía a respecto de estos mitos de Cornualha: hay tres ciclos literarios de los cuales ningún hombre puede prescindir: la Materia de Francia (Carlos Magno y sus guerras contra los moros), la Materia de Bretaña (el Rey Arturo y sus caballeros)  y  la Materia de Roma (acontecimientos de la antigüedad clásica).
En la Materia de Bretaña – donde nuestro ancestral se inspiró para escribir sus Cantares da Cornualha – se mezclan un hecho histórico (el rey Arturo), un mito celta (el rapto de una dama) y la religiosidad cristiana de Galicia y León (1105-1110), a través del Camino de Santiago y de las peregrinaciones al Santuario de Compostela, hechas por scotti, galli, britones, cornubienses… A partir del siglo XIII, los poetas galaico-portugueses y castellanos ya muestran en sus cantigas de amor/de amigo la gran influencia artúrica, principalmente del rey Alfonso X El Sabio, uno de sus mayores y principales exportadores. Pero de todas las ‘materias británicas’ tres se destacan particularmente: la leyenda del Santo Grial – hoy bandera nacional de Galicia [histórica], escudo nacional y símbolo de Cornualles -,  la leyenda del rey Arturo y sus valerosos guerreros, y una vaga recordación de la sabeduría del mago Merlín [> un dicho popular gallego insinua: ’sabes más que Merlín’]. La idea del rey Arturo y de los Caballeros de la Mesa Redonda tuvo por objetivo evitar las luchas internas de sus vasallos por las posiciones de honra. En realidad, la Mesa Redonda tienta reconstruir la Mesa de la Última Cena [o la mesa de José de Arimatea]. De esta forma se cristianiza la mitología artúrica, como símbolo de igualdad y justicia entre los cristianos y su unión eucarística en torno del Divino Maestro.
El mito artúrico tal vez tenga por base el poema gálico Y Gododdin > composiciones elegíacas a cerca del reino de Gododdin y sus soldados, muertos en combate contra los sajones (siglo VI). Con certeza, Gonçal’Eanes conocía este y otros poemas sobre el mismo tema. En una de las estrofas, se menciona a un héroe que ‘sació a los negros cuervos en las murallas de la ciudad’. Este caballero no era Arturo, pero muestra que ya existía un mito literario que comenzó así: en dado momento, es necesario encontrar el cálice sagrado donde Jesús Cristo, en la última cena, bebió el vino [para los cristianos, la sangre de Cristo], símbolo de la unión entre los discípulos del Crucificado. Ese cálice tendría poderes milagrosos (metafóricamente curativos y regenerativos). En la leyenda, José de Arimatea y sus descendientes – por divina providencia, depositarios del Santo Grial – tendrían llegado a Inglaterra, y ahí fijaron residencia. Mucho tiempo después, Merlín > un mago de la corte, solicitó al rey Arturo para que procurase aquel divino tesoro. Inmediatamente, el rey ordenó a sus mejores caballeros que encontrasen el Santo Grial. De esta forma, la leyenda se pone en marcha con la figura de Uther Pendragón > rey de una pequeña comarca bretona: en una noche tenebrosa, por medio de un embrujo del mago Merlín, el rey Uther se disfraza y duerme con Ingraine > bellísima mujer de Gorlois, duque de Cornualla; de esta  unión nace el rey Arturo.
Con 15 años, él viaja a Londres y observa como varios caballeros intentan arrancar una espada prisionera en un trozo de mármol. Quien la arrancase se tornaría rey de Inglaterra; sólo Arturo realizó tal hazaña. En seguida, fue proclamado rey de todos los bretones, prometiendo en su primer discurso real hacer justicia sin llevar en cuenta la condición social del súbdito. Luego después se casó con Ginebra (o Genoveva > me acuerdo cuando niño: mi padre lloraba leyendo estas historias), hija del rey de Camelot > un  reino legendario. Aquí son felices  hasta la llegada de Lanzarote, de quien la reina se enamora en secreto. En esta época de paz, Arturo conoce otros caballeros y con ellos funda la Orden Militar de la Mesa Redonda > su misión: encontrar el Sagrado Grial. Por el camino, combaten en bosques sombríos y castillos mal asombrados (duendes, dragones etc). En toda esa tarea, Arturo es ayudado por Merlín, que resulta ser su abuelo. Muerto, el mago es enterrado en una colina hueca. Morgana, hermanastra de Arturo, roba Excalibur (> la espada encantada) y la arroja al mar. La leyenda dice que Lanzarote estuvo  a ponto de encontrar el Santo Grial, pero no fue digno de tal hazaña, porque Elaine, hija del rey que custodiaba el Santo Grial, en el castillo de Corbenic, se enamoró de Lanzarote; de este amor nació Galahad > uno de los caballeros que deberá encontrar el cálice sagrado. Ocurre, entre tanto, que Mordred (> hijo de Arturo y Morgana), delató el idilio proibido entre Lanzarote y Ginebra. A causa de este amor, la reina fue condenada a la hoguera, de acuerdo con las leyes del reino. Pero Lanzarote salva Ginebra y huye con ella a Francia. Arturo sale en su persecución, dejando el reino en manos de Mordred. A su vuelta, tendrá que luchar contra el propio hijo: Arturo atraviesa con su lanza el corazón de Mordred, que también le hiere fatalmente.  Morgana lleva entonces el cuerpo de Arturo hasta las orillas de Avalón, siendo ayudada por reinas–hadas. Cuando Ginebra muere es sepultada por Lanzarote junto a la tumba del rey Arturo. Y así acaba el mito artúrico, con esta o aquella interpretación más o menos rebuscada, porque existen efectivamente muchas variantes y numerosos personajes en cualquier iconografía popular. Yo apenas intenté resumir una leyenda que se mueve entre la verdad histórica y el mito literario. Una frase de Lord Tennyson, en su poema Idilios del Rey, resume muy bien este intríngulis: ‘Señor, no existe tal ciudad en ninguna parte; es todo una visión’.
Sin embargo, esta leyenda del rey Arturo dio margen en la Edad Media a un intenso ciclo literario de donde surgieron innumerables poemas y escritos, entre los cuales está el libro de nuestro ancestral, D. Gonçal’Eanes de Aguilar, cuyo título parece ser Cantares da Cornualha, una vez que se desconoce su paradero. De cualquier forma, podemos decir sin peligro de equívocos, que todos los poemas o cantares del Medioevo se fundamentan en un núcleo narrativo muy parecido, si no absolutamente igual. Las variaciones, personajes míticos y detalles episódicos son realmente infinitos. Y no resta la menor duda: el interés de los autores galaico-portugueses y su trovadorismo peninsular procuraron adaptarse a los gustos de la época. Sobre el mítico personaje Rey Arturo, sabemos que su exportador europeo fue Geoffrey de Monmouth > un clérigo inglés  y su crónica escrita a principios del siglo XII. A su vez, Chrètien de Troyes la extendió por toda la Europa occidental, incluso por Galicia y Castilla. De esta forma, creemos que por estos caminos de desvío llegó a los oídos de Gonçal’Eanes de Aguilar. Luego después, por medio de una lectura refinada pasó a usarla como substrato y fundamento de sus cantares; el resto es pábulo del conocimiento público.

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