sábado, 12 de maio de 2012

Prádanos de Ojeda – tierra de monjes


Prádanos de Ojeda – tierra de monjes

         Aunque existen muchas leyendas a este respecto, las fuentes principales de Prádanos de Ojeda [Palacios y Arrabal] y las dos ermitas [de San Jorde y de San Pedro, esta última en la plaza del pueblo] presentan costumbres y hechos que se confunden con una historia religiosa de épocas en que los monasterios principalmente benedictinos (cluniacenses y cistercienses), se multiplicaron en la región norte-palentina. Entre tanto, debido a los avatares del tiempo y, sobre todo, a las condiciones económicas impuestas por las necesidades monásticas, hoy sobrevive apenas un monasterio de monjas cistercienses, en San Andrés de Arroyo, a poco más de 1 km de las ‘afueras’ municipales de nuestro pueblo.
        En Prádanos de Ojeda – y aquí desfilan muchas leyendas y mitos – habrían existido cuatro monasterios: l) en la Fuente Palacios, cuyas piedras de sillería serían pruebas arqueológicas del antiguo brocal; 2) en la Fuente Arrabal de abrevadero famoso; al lado campestre aún se conserva el lavadero donde las comadres pradanesas colocaban al día las noticias del pueblo; 3) en la plaza Sagrado Corazón de Jesús cuja ermita con su noble espadaña está dedicada a San Pedro. Aún en nuestros días recibe y acoge de puertas abiertas a los fieles en los rigores del invierno. Allí yo hice mi primera comunión con pompa y circunstancia que nunca olvidé. Probablemente toda la manzana formaba parte del supuesto monasterio constituyéndose en la iglesia más concurrida del pueblo; 4) en las afueras del municipio, a unos dos quilómetros en dirección a Villabermudo, surge otra imponente espadaña con su ermita em honra a San Jorde. Infelizmente está en ruinas, pero con certeza tuvo un pasado glorioso y un monasterio en torno del cual existió una huerta cultivada por monjes. Dentro de sus muros, aquellos benedictinos vivían y trabajaban la tierra y celebraban el culto litúrgico en todo su esplendor.
        Existen algunos documentos escritos, pero nada que sostenga articuladamente estos presupuestos de nuestra ‘pasado monástico’. Como nos dice la palabra conjetura tratase de una lección no atestiguada en la tradición textual y que una edición crítica na sería capaz de reconstruirla de acuerdo con otros indicios más contundentes. De todas las formas, una simple conjetura y algunos indicios históricos nos alertan sobre esa inestimable probabilidad. Tradicionalmente, los monjes benedictinos se tornaron famosos por el cuidado y las solemnidades dadas al culto diario. Algunos ganaban la subsistencia con trabajos agrícolas o con artesanía. En el siglo XIII hubo una reacción contra esa vida tranquila: como se desenvolvió la vida urbana, los monjes cedieron el lugar a grupos andantes que dependían de limosnas y cantaban sus servicios religiosos con gran simplicidad – los frailes mendicantes. Muchos monasterios perdieron el sentido tradicional y cerraron sus puertas. Las inclemencias del tiempo y otras causas menos dignas liquidaron ese pasado arqueológico de Prádanos. ¿Seria un caso para ser estudiado con mayor profundidad?

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