sexta-feira, 18 de maio de 2012

Prádanos de Ojeda – ¡largo vivir al bosque (3)

En pleno siglo XVIII. D. María I, la reina loca de Portugal, prohibió, por decreto, exportar maderas valiosas de las florestas brasileñas, como pau-brasil (ipê-roxo), jacarandá, peroba, entre muchas otras.  Hasta el año 1967, el Brasil había destruido 5.200 mil km² de florestas (61% de su territorio). Y el ritmo de destrucción y abate continuó a una media de 30 mil km²/año, en cuanto a reforestación fue de apenas 0,003% en los últimos 42 años. A lo largo del tiempo se criaron institutos forestales (¡nunca funcionaron a contento!) para evitar, o al menos disminuir, tamaño disparate ambiental. Es un pésimo ejemplo dado al mundo de cómo no proceder en relación a las reservas ecológicas de un país a pesar de los tratados en que el Brasil se hizo presente. A contramano de ese mal ejemplo, criticado por ONGs propias y extranjeras, Prádanos de Ojeda resolvió tardíamente reforestar sus bosques casi en extinción. Méritos y aplausos al alcalde y concejales que en última instancia llevaron adelante esa idea benéfica: replantar el ‘viejo’ bosque de pinos y así contribuir para el bienestar y buena salud de un pueblo en decadencia.
Los bosques de Prádanos forman parte de un tipo de terreno que la biogeografía identifica como sabana o estepa (de stepy, nombre ruso dado a grandes altiplanicies de tierras semiáridas, desoladas, recubiertas de hierbas duras, arbustos magros, árboles retorcidos y dispersos), cuya vegetación es un reflejo de las condiciones climáticas de poca lluvia y largas estaciones de seca En general, tratase de una altiplanicie que solo produce hierba resistente y mato diversificado. La terminología científica aplica la palabra sabana/estepa a regiones asiáticas o africanas, pero encuentra semejanza y similitud en diversos lugares de la Tierra donde montañas de alguna altitud interfieren en la dirección de los vientos húmedos (marítimos) venidos del norte, casos típicos de los montes Pirineos españoles y de regiones de Castilla La Vieja, estas últimas perjudicadas por los Montes de Cantabria y Picos de Europa. Las zonas de estepa son también llamadas de prados o praderías, (prairie, en los EUA) en geografía. Actualmente son cultivadas por técnicas modernas de irrigación y fertilización del suelo.
En la América del Sur se denominan pampas, nombre asociado a las praderías – en este caso no son estepas, antes bien campos > extensas áreas continuas de gramíneas. A veces se confunden displicentemente estos nombres y son considerados sinónimos, lo que no es verdad. La diferencia está en la facilidad o dificultad de sus cultivos y posibilidades de irrigación. Básicamente en estas regiones la vegetación y el arbolado no consiguen crecer por tratarse de terrenos semiáridos con lluvias problemáticas. Por lo tanto, la primera causa de esta cuestión es la seca (mayor o menor conforme la posición geográfica). Ahora, nos preguntamos: ¿por qué llueve tan poco en estas áreas? Y la respuesta es exactamente esa: ¡las montañas no lo permiten! En su mayoría estas áreas corresponden a depresiones aisladas, sin salida para el mar y, por consiguiente, sujetas a los vientos húmidos de sotavento > parte opuesta a aquella de donde viene el viento. Las montañas en rededor forman una especie de barrera que impide el pasaje de los vientos húmidos. A veces, ellos no consiguen llegar a tiempo debido a los montículos y terrenos más o menos altos encontrados por el camino. Las Montañas Rocosas y los Andes Meridionales desempeñan ese ingrato papel en el globo terrestre, barrando los vientos provenientes del océano Pacífico. Las nubes cargadas de humidad en forma de lluvia despejan en sus vertientes externas el precioso líquido, ocasionando aridez y vegetación pobre. Otro factor apunta en dirección a las condiciones climáticas, o sea, donde el clima es continental, con veranos calientes e inviernos secos y fríos – la meseta española padece de este mal. El calor veraniego provoca fuerte y rápida evaporación, causando pierdas mayores de agua retenida en el suelo durante la primavera. Y como en el verano casi no llueve el equilibrio hídrico se rompe y queda extremamente perjudicado.
Entre tanto, estas regiones fisiogeográficas no son totalmente hostiles al ser humano y a los animales: varios organismos vivos se adaptan rápidamente a las condiciones del lugar. Así como en las estepas/pampas/praderías semiáridas del globo terrestre existen animales y plantas que se ajustan a un determinando ambiente. En las praderas de La Ojeda numerosos rebaños de cabras y ovejas, con su denso pelaje, viven en esas áreas y se adaptan perfectamente al hábitat de zona fría. En los bosques de Prádanos vamos encontrar numerosas especies de roedores, conejos, liebres, topos, ratones y otros bichos que componen la fauna local. Sin mencionar las culebras y lagartos que aparecen entre las piedras y matas de nuestros montes. Junto a eses animales crecen gramíneas altas y fuertes que resecan luego cuando el verano aparece. Las gramíneas son herbáceas pertenecientes a una vasta familia vegetal como trigo, cebada, avena etc. Gramíneas típicas de esta región es el esparto y el cáñamo, grandemente utilizados para fabricar sogas, esteras, capachos, sombreros y cestos, entre muchos otros. Algunos botánicos entienden que el substantivo estepa derive del nombre latino de esparto > Stipa tenacísima. De todos los modos, el esparto es una planta perfectamente ajustada a las condiciones climáticas de nuestro pueblo. También por causa del clima los suelos de estas regiones son pobres y dificultan bastante su explotación. La causa estaría en la rápida y fuerte evaporación del agua existente en el subsuelo, ocasionando la pérdida de los elementos esenciales a la formación de tierras agrícolas. En algunos lugares, los suelos son salinos dificultando más aún  la práctica de cualquier cultivo. 
A pesar de sus desventajas históricas y poco hospitalarias las estepas/pampas/praderías atrajeron civilizaciones famosas como los persas. Los antiguos resolvían estos problemas por medio de canales de irrigación o enormes acueductos, pero sabemos que extensas zonas invadidas o perjudicadas pela deforestación fueron florecientes y pobladas en tiempos remotos, em parte debido a la red de canales que traían el agua de la montaña más próxima. Hoy, gracias a técnicas avanzadas y obras de recuperación se aprovechan  montes descuajados, bosques desnudos y tierras de roturo. En muchos lugares, estos terrenos son aprovechados para producción de energía hidráulica, canales de irrigación y reforestación controlada. A este respecto, cabe recordar la práctica de la llamada aridocultura (en los EUA, dry farming > cultivo a seco). Hasta 1930 se pensó que estas áreas solo servían para el pastoreo de ovejas y cabras, actividad propia de pueblos nómades o seminómades. La aridocultura no es ninguna novedad, practicada actualmente en el desierto de Neguev (Israel), y consiste en arar profundamente el terreno y  acumular en el subsuelo um grande volumen de agua durante la época lluviosa, e impedir en seguida su evaporación durante el verano. La camada de barro externa [resecada] sirve como de manta aislante y protectora conservando el agua del reservatorio subterráneo. Después, el suelo es arado superficialmente desmenuzando la parte seca. Es un proceso simple, sobre todo para el cultivo de la cebada y del centeno.
En los bosques de Prádanos no se llega a tanto, pero el cultivo de pinos, robles y encinas es algo que nuestros antepasados ya idealizaban a causa de la deforestación del monte. Hoy, llevando en cuenta la lucha por la vida vemos que plantas y árboles precisan responder a los estímulos del medioambiente, pues los vegetales son sensibles a varios factores, como gravedad, luz, temperatura, substancias químicas etc. Se observamos un árbol plantado en una ladera o cuesta verificamos que él adopta una posición vertical y no forma ángulo recto con el terreno. La acacia, por ejemplo: durante el día la posición de sus hojas es una; de noche, es otra. Esto ocurre porque las plantas son sensibles a las variaciones de luz  y de agua. Se durante un cierto tiempo irrigamos o adobamos uno de los lados del árbol, sus raíces se desenvolverán con certeza mucho más de aquel lado, pues las plantas perciben los estímulos del agua, de substancias minerales y del gas carbónico. Todo este conocimiento es fundamental en la hora de realizar cualquier plantación en terrenos de cuesta como es el caso del bosque de Prádanos de Ojeda. Nuestra ‘floresta’ vista de cerca es espesa y sombría, pero observada de avión es algo bien diferente. Muchos árboles como el pino reaccionan a las diversas variaciones de la temperatura: al disminuir el calor en su parte inferior él se dilata, y su parte superior disminuye, tornándose menor. Por eso el pino europeo adquiere una forma puntiaguda, piramidal. Existen plantas y árboles que mudan la posición de sus hojas cuando iluminadas durante la noche.  Algunas se desorientan totalmente hasta adaptarse al ritmo de la claridad; otras no reaccionan a esa mudanza: ‘duermen’ em pleno día y florecen durante la noche. Todo ese proceso depende de la sensibilidad de las plantas y árboles que es muy apurada.

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