quinta-feira, 31 de maio de 2012

Prádanos de Ojeda – apellidos Gómez / Ibañez (4)

          D. Mendo Gómez y Ibáñez, nuestro antepasado hasta cierto punto remoto, tiene su ascendencia vinculada a dos linajes caballerescos y transnacionales que se unieron en diferentes partes de la geografía Ibérica. El apellido GÓMEZ nos remite a la época de los godos y visigodos, dos pueblos germánicos, fundadores de reinos en España e Italia. En español, las palabras ‘godo’ y ‘visigodo’ dejaron una aureola simbólica de poder y riqueza [aunque no de democracia] que añade a los sustantivos patronímicos el significado de ’nobleza antigua’ y, como consecuencia, antepasados ricos y poderosos que dieron origen a dos familias solariegas y numerosos abolengos,  y formaron parte de la más alta nobleza española. El apellido Gómez deriva de la raíz gótica ‘gom’, de origen germánico, y significa ‘hombre’, a cuyo sustantivo se añadió el sufijo –ez, que expresa cualidad adjetiva de donde deriva ej.: de altivo > altivez; de brillante > brillantez; de lúcido > lucidez etc. Los nombres propios adquieren la misma formación: de Sancho > Sánchez, de Gonzalo > González, de Rodrigo > Rodríguez, de Pero (Pedro) > Pérez… Aplicada esta regla al apellido de nuestros ancestrales, Gómez ciertamente proviene del patronímico Goma (> ¿Gomo, Gomer?), y expresa una cualidad de hombredad, hombría, hombrada, hombradía, entre muchos otros. En realidad, esta argumentación tienta evitar derivaciones extrañas y un tanto absurdas, pues el apellido Gómez así como Ibáñez sugieren las mismas particularidades y características de identidad genealógica, o sea, siguen la antigua y generalizada costumbre de convertir en apellido el nombre del padre u otro antecesor famoso. El sufijo –ez (> -es, en la lengua de Camões) añade al nombre propio el significado de descendiente (o hijo) de…
        La leyenda asevera que muchos ricohombres visigodos de Toledo, como otros tantos del resto peninsular, huyeron atropelladamente y se refugiaron en las montañas cantábricas, cuando percibieron que la invasión árabe se propagaba de manera arrebatadora y cruel por toda la península Ibérica, a partir de 711 dC. Este año fatídico, en que las tropas musulmanas [árabes y bereberes] cruzaron el estrecho de Gibraltar, bajo el comando de Tarik -  lugarteniente del gobernador de Ifriqya (actual Tunisia), Musa Ibn Nusayr -, marcó el primer embate entre moros y cristianos, uno de tantos otros que se seguieron interruptamente hasta 1492. En 711, los árabes derrotaron al ejército cristiano del último rey visigodo Rodrigo (687?-711) – ¡abandonado, según se dice, de propósito por sus propios soldados, y muerto en la batalla! – cerca o en  las riberas del río Guadalete (Cádiz). Y cuenta más la leyenda: ‘Don Pelagio de Asturias’ y algunos ricos hombres [entre los cuales aparece el linaje de los Gómez] consiguieron salvarse de la derrota y, a partir de entonces, prometieron ante la imagen de Nuestra Señora de Covadonga reconquistar la península Ibérica en toda su geografía. Tal vez por esta asociación con la batalla de Guadalete ciertos tratadistas en genealogía afirmen que los Gómez son apellidos ‘cántabros’, visto que la Casa de los Gómez aparece unida a la Reconquista peninsular. Por eso, sin especificar se surgen en Astúrias, Cantabria o Vizcaya, los Gómez pasaron  a ser considerados grandes guerreros entre los cuales se distinguió el conde D. Rodrigo Gómez, gobernador de Burgos/Pancorbo (1075) y teniente del rey Alfonso VI . Curiosamente, este ricohombre es contemporáneo de nuestro ancestral. En aquella época, Burgos ‘era una gran ciudad atravesada por un río y dividida en barrios rodeados de murallas […]. La ciudad es fuerte y acondicionada para defenderse. Hay bazares, comercio y mucha población y riqueza. Está situada sobre la gran ruta de los viajeros’- registra el geógrafo árabe Al- Idrisi (siglo XII).
          Todo ese relato puede ser verídico, visto que D. Pelayo sería un noble godo/visigodo, llegando a ser un guarda particular del rey D. Rodrigo, de quien era partidario contra el rey Witiza (702-710). Así, después de la batalla de Guadalete (711), él y sus seguidores se refugiaron en Toledo, pero con la caída de esta ciudad en poder de los sarracenos (714), todos volvieron al reino asturiano, ‘lugar de espesísimas malezas, cerradas y fragosas’. Probablemente, esos hidalgos y otros muchos se juntaron al ejército de D. Pelayo y dieron inicio a la Reconquista. Hubo ilustres y valerosos caballeros entre los Gómez. Apenas como ejemplo de esa lealtad caballeresca citaremos: el conde  Fernán Gómez, muy temido pelos invasores musulmanes, y reconocido como El Negro o El Cuervo en virtud de ostentar en sus armas un cuervo (>. simbolo de homem carnicero); Pedro Gómez de Carvajal participó en la conquista de México al lado de Hernán Cortés; Juan Gómez hizo lo mismo en Chile junto a Valdivia; Fernán Gutiérrez Gómez actuó en la unificación de España junto a los Reyes Católicos etc. Y así, de nombre en nombre, cada un más ilustre que el otro, el linaje de los Gómez es considerado por todos los historiadores de España una ‘casa’ de guerreros y grandes ricoshombres, incluso excelentes navegantes y intrépidos colonizadores. En realidad, ser caballero adquiere una importancia nada común en los siglos XI/XIV – período heroico de la caballería - , puesto que los hombres de este tiempo abrazaban los ideales caballerescos de la Edad Media, o sea, los ideales militares y míticos del famoso caballero andante cuyos valores eran, por orden secular: la honra, la religiosidad cristiana, el coraje y la justicia.  Por eso, en la historia de los pueblos quedó consagrada la personalidad del caballero medieval.
Don Mendo también está unido a la Casa de los Ibáñez, ilustre y noble linaje de muy antiguo abolengo, cuyo origen proviene [según pesquisa de tratadistas serios] de las montañas de Cantabria (¿?). El conde D. Gómez, maestre de la Orden de Calatrava, por ejemplo, es considerado el fundador de una casa solariega en Merindad de Trasmiera (Cantabria), una comarca histórica y ‘castellano-visigoda’ de Santander, que se extendía entre la actual capital y Santoña, al este del río Miera. Esta región – probable solariego de nuestros ancestros – se caracteriza aún hoy en día por acantilados y bellas playas. En el interior, ofrece extensos prados y un gran desarrollo de zonas  cuya cultura cántabra persistió hasta el final de la monarquía visigoda. Durante los siglos VIII/X, hubo un proceso de repoblación castellana, indicando que esas tierras estaban prácticamente deshabitadas. Quién ordenó  esa repoblación fue el rey Alfonso I de Asturias (739-757), duque de Cantabria, siguiendo la costumbre de la época, o sea, se fundaban pequeños monasterios en torno de los cuales gravitaban familias vecinas trashumantes, organizadas en aldeas y que dieron origen a muchos pueblos y villas actuales. En documentos del siglo IX, toda esta comarca aparece delimitada geográfica y administrativamente como una entidad dependiente y vinculada al Condado de Castilla, con la capital en Burgos. Los reyes castellanos elegían representantes, los famosos merinos > personas de familias burgalesas, aunque con el pasar de los años esos administradores fueron elegidos entre familias de rancio abolengo e ilustre ascendencia. Tal vez por este motivo los apellidos comarcales tengan un origen montañés que, en realidad, son topónimos y al mismo tiempo gentilicios, porque fueron llevados por los foramontanos cántabros, al sur de la montaña en dirección a otros solares también ricos y abolengos de Galicia, Portugal, Castilla, La Rioja, el País Vasco, Andalucía… Esta región de donde salieron probablemente nuestros mejores ancestrales fue considerada la ‘fuente inagotable de maestros canteros’ de España. Muchos de ellos trabajaron en El Escorial, en la catedral de Sigüenza, en monumentos de Galicia… Maestros canteros como Juan de Herrera que dejó su marca  en la catedral de Santiago de Compostela o en las murallas de Ávila. A partir del siglo XIX trabajaron por toda Castilla y tenían puestos de gran responsabilidad. Los maestros canteros y retablistas famosos así como sus carpinteros, talladores, ensambladores y doradores, eran arquitectos consumados. La fabricación de campanas en Cantabria es una tradición que remonta a la Edad Media. En Lima (1797), la campana catedralicia “Cantabria” refleja la importancia de nuestros antepasados y su lugar de procedencia.
        Se discute hoy en día la etimología del apellido Ibáñez: entre tantas opciones – no todas aceptables por extemporáneas – escojo dos más interesantes: la primera y prácticamente ‘verdadera’ nos habla de la raíz germánica ibán > un ser glorioso, brillante, resplandeciente. En este caso, como la ascendencia é goda/visigoda sigue las mismas vicisitudes arriba anotadas, esto es, persiste la costumbre de convertir el nombre del padre u otro fundador famoso, y añadir al nuevo patronímico el sufijo –ez, dándole el significado de descendiente [hijo] de…Por consiguiente, de Iván (ruso, catalán y búlgaro), de Ivañoé (inglés) e de Ivano (italiano) - en lenguas más accesibles a nosotros -, resulta el apellido Ibáñez. Pero, en mi opinión, por razones históricas, geográficas y antropológicas, continúo pensando que el apellido Ibáñez presenta origen germánico y, es muy probable que sea derivado de la palabra ibán > ser glorioso. Cuanto a la procedencia latina no quiero opinar, debido a los mil malabarismos utilizados para encontrar los dientes del pato. Si es posible decir que el apellido Ibáñez derive de nuestro Juan (> João, en portugués), no consigo vislumbrarlo. Tal vez lo sea, pero me parece un tanto cuanto difícil. Segundo este pensamiento, el Iván latinizado daría como resultado Iuan > Juan > Iuanes > Juanes > Ioanes > Joanes > etc. Parece un poco artificial. De cualquier manera, el apellido Ibáñez y sus numerosas variantes, entre ellos Fáñez, Yáñez (Eanes, en portugués) etc, probaron en la Historia de España su nobleza y arrojo colonizador a través de varias Ordenes militares ej.: Calatrava (1158), Santiago (1170), Alcántara, Montesa, del Temple, Avis (en Portugal)…  Todas ellas surgieron a raíz de las Cruzadas, en la lucha de los reinos cristianos contra los moros. Hicieron historia las repoblaciones de extensos territorios entre el Tajo y el Guadalquivir, realizadas por esas Órdenes militares.

D. Gonçal’Eanes de Aguilar – un trovador (3)



Además de ser un ricohombre a servicio de quatro reyes [Fernando III, Alfonso X, Sancho IV y Alfonso XI], D. Gonçal’Eanes de Aguilar fue también un poeta preciosista y trovadoresco que se destacó en el cancionero medieval de la época tanto por sus cantigas de amigo y cantigas de amor como por cantigas llamadas de escarnio o maldecir. En sus composiciones, nuestro ancestral cumple las normas rígidas de hacer trovas, un género literario poético surgido en la Edad Media (siglos XII/XIV), como producción de trovadores hidalgos, de cuño popular y versos cortos (redondillas) > las cantigas galaico-portuguesas. Estas obras poéticas son hechas generalmente para ser musicadas, tocadas y danzadas. La própia palabra ‘cantiga’ exige una poesía que debe ser cantada y oida. En la Provenza [ > antigua provincia de Francia, donde se dice que nació la trova o trovo] la conocían por cansó, en cuanto en la península Ibérica recibió el nombre de cantigas. Las trovas y cantigas de nuestro ancestral fueron documentadas en cancioneros (> colección de composiciones en verso) galaico-portugueses y castellanos tardo-medievales ej.: el Cancionero de Ajuda (1280), de autor desconocido; el Cancionero General (1449), de García Resende… Estas composiciones aparecieron al lado de villancicos y cantigas de vilanos (de origen no hidalgo), aunque también compuestas por nobles linajudos visto que la escrita era prerrogativa casi exclusiva de ricoshombres. El trovador es un poeta generalmente noble que compone sin preocupaciones financieras; ya el menestrel y el juglar, al contrario, son poetas de condición social inferior y, por eso, recorren castillo atrás castillo en busca del sustento diario. La alta nobleza cantaba poesías escritas por trovadores y las harmonizaba com música: la cantora podía ser también una doncella que cantaba, tocaba y  danzaba al mismo tiempo, en cuanto se hacía acompañar por el toque de castañuelas o pandero.
             Esta cultura trovadoresca reflete el panorama histórico de la época, las cruzadas religiosas y la lucha contra los moros, el feudalismo y el poder de la iglesia. Las cantigas son hechas para ser cantadas con instrumentos de cuerdas (lira) y soplo por poetas o músicos (trovadores, menestreles, juglares etc). El trovadorismo de nuestro ancestral coleciona los tres tipos de cantigas arriba enumeradas. En sus cantigas de amigo, Gonçal’Eanes de Aguilar utiliza el yo lírico femenino; en las cantigas de amor usa el yo masculino; y en las cantigas de escarnio usa la sátira y el escarnio como burla mordaz o manera de afrentar al rey y a otros nobles de su estirpe. Por causa de estas cantigas, D. Gonçal’Eanes fue apellidado por Alfonso X como ‘El hombre de las dos Espadas’ (>  el amor y el escarnio?). Pedro Ferreira decía que la cantiga/trova es una obra vocal desdobrada en palabras (versos) y sonidos (música); ya el asunto puede ser profano o religioso. Actualmente, se conocen unas 500 cantigas de amigo, en un total de 1680  textos compuestos entre finales del siglo XII y mediados del siglo XIV.  Infelizmente, grande parte de esa producción medieval se perdió. Apenas sobrevivieron los códices de las Cantigas de Santa María (alfonsianas) y el Cancionero de Ajuda (siglo XIII) que contienen cantigas de amor. En el Pergamino Vindel (1276/1300) aparecen seis cantigas de amigo, de Martín Codax – no se sabe si fue gallego de Vigo o lusitano... Las cantigas trovadorescas  - que nada tienen de poemas rudimentales, y mucho menos ‘populares’ – existieron de forma oral y presentan un cuadro moralizante de la hispanidad [castellano-portuguesa], retratando sus aspectos históricos y morales. Igualmente, definen los diversos factores sociales que la mostraban en su realidad concreta, y de la cual se tornaron una expresión consciente y moralizadora. En verdad, estas canciones líricas ‘populares’ manifestaban la crise social de aquel tiempo; de ahí el nombre que ellas recibían de acuerdo con su contenido > pastorelas, baladas, barcarolas, alboradas, de romería, serranas y cantares de amigo, de amor, de escarnio, de maldecir etc.
           La característica principal de las cantigas de amigo es el sentido femenino evidenciado en sus versos compuestos por hombres, en general nobles hidalgos. En sus letras, la voz de la mujer expresa el sufrimiento por estar separada del amigo (amante o enamorado). En cada verso, la mujer vive angustiada por no saber si el ‘amigo’ volverá o no otra vez, o simplemente la trocará por otra dama/doncella.  En las cantigas de amigo, el horizonte temático está en la zona campestre, y no en la corte como ocurre en las cantigas de amor. En aquellas, la mujer siempre es retratada como una pastora o campesina. Las cantigas de amigo aparecen en la península Ibérica y son, cronologicamente, anteriores a las cantigas de amor, aunque no tengan sido registradas hasta la entrada de las cantigas provenzales, y cuando ya existía un desarrollo mayor del arte poético. La cantiga galaico-portuguesa utiliza mucho el paralelismo y el refrán (o estribillo) que se repite al final de cada estrofa. Y al contrario de la cantiga de amor que trata de sentimientos irrealizables no plano físico, las cantigas de amigo mostran la dimensión física de las relaciones amorosas. En éllas, se hace referencia a la nostalgia (o 'saudade'/añoranza) del amigo que está ausente. Y es una poesía que no tiene nada de ingénua o de inocente como insinuan algunos estudiosos (as). Las mujeres medievales son ‘retratadas’ a través de los ojos de hombres carnales. Curiosamente, esta visión tuvo su origen en la poesía lírica de Andalucía, justamente donde nuestro ancestral fijó residencia. Estudiosos del trovadorismo medieval resaltan una cosa interesante: las cantigas galaico-portuguesas (y castellanas) son marcadas, sobre todo las cantigas de amigo, por la voz femenina que traduce el amor ausente, o  la vuelta del amigo personificado en las relaciones familiares (madres, hermanas, consejeras y amigas confidentes), en general impreganadas de sentimientos duraderos y que la distancia y el tiempo no consiguieron apagar.
A su vez, las cantigas de amor están más realacionadas a la exaltación del amor infeliz entre el hombre que manifiesta un querer represado y la mujer (dama) que no corresponde a ese deseo tan persistente. Al tema se une la vida erótico-sentimental que lleva consigo la separación nostálgica, el regreso tardío y el encuentro  amoroso (> muy comunes en los cantares d’amigo galaico-portugueses). En realidad, el culto al amor tuvo origen en las canciones de trovadores provenzales y por veces se manifiesta en cualquier otro ‘amor’ o en cantigas de loor a la Virgen María y a los santos más populares. O también en el amor cortés de un caballero a través de metáforas del ambiente feudal palaciano y sus protagonistas. El caballero medieval jura permanente servicio (amor)  a la dama en nombre de la valentía, del coraje y del noble y sublimado amor que nutre por ella. Y aunque la dama (‘mía señor’) era figura dominante en el drama amoroso medieval, la mujer se obrigaba por pura convención de la época a ser condescendiente a las solicitaciones caballerescas. Si no respondiese a los gestos del caballero andante era considerada cruel y sin corazón. Sin embargo, casi siempre las damas eran inatingibles debido a la alta posición social o a la distancia física, como vemos en los filmes históricos. Paradojalmente, es la distancia física de la mujer amada que valoriza el sufrimiento de los amantes.
          Las cantigas de amor muestran esa tensión dramática, visto que los amantes duelan contra el deseo de satisfacción inmediata, pero tienen cosciencia de los valores morales y restricciones sociales externas. Por eso, muchas veces el trovador oscila entre las ambiciones personales y las restricciones sociales y religiosas. Georges Duby tiene una frase incisiva: los hombres que empuñaban la espada, la espada de la justicia, se sentían los representantes de Dios, escogidos para mantener y hacer respeitar  las ordenaciones  divinas en la tierra. Y más aún: el siglo XII particularmente se caracteriza  por transformaciones que influenciaron el comportamiento del hombre/mujer medieval. Através de la religión y de la sexualidad, hombres y mujeres, buscan, implícita o explícitamente, la universal presencia de Dios y mayor control de sus cuerpos.
En las cantigas de escarnio o maldecir, el autor lleva en consideración el sistema feudal reinante a finales del siglo XII, cuando el código poético del fin’amor se adapta al contexto presente en los reinos de Portugal, León y Castilla. Aquí, la palabra tiene una función transformadora debido a licencia poética y al recurso frecuente a los linajes de sus personajes y tituales históricos. En el siglo XII vemos reyes de Portugal, León y Castilla utilizando el gallego como lengua materna, un idioma aún en formación pero que fue  utilizado por todas las clases sociales y, antes de todo, plasmó los textos de aquel tiempo (cartas, composiciones literárias, documentos etc). Su forma ideal fue el núcleo principal del lirismo peninsular por dos siglos, como leí en un escrito on-line, desembocando en la literatura dicha trovadoresca. En realidad, las tradiciones galaico-portuguesas, en aquel momento histórico, transformaron la trova o canción lírica en cantiga de amor, particularmente austera y abstracta, y el llamado sirvientés provenzal en la cantiga de escarnio o maldecir, una composición desenfadada, intranscendente y por veces agresiva. Estas cantigas son poemas satíricos o burlescos que tratan de ridicularizar a personas, personajes de convivio, costumbres e instituciones serias como la iglesia y la realeza/nobleza.
           Las cantigas de escarnio utilizan el doble juego de palabras o sentido metafórico, el recurso a la aequivocatio o palabras ‘cubertas’ (> que  tapan o resguardan algo), mientras que las cantigas de maldecir utilizan un lenguaje directo, sin rodeos, más hiriente, incluso por veces grosero y obsceno, generalmente alusivo a hechos desconfortantes para cualquier tipo de persona ej.: reyes, caballeros, damas etc. Aunque su forma sea lírica, existe la posibilidad de encontrar una parte en prosa como síntesis del asunto a ser narrado, para luego después colocar otra parte lírica donde la cantiga/trova relata las maledicencias  que, ordinariamente, denuncian irregularidades en la vida familiar y doméstica, señalando y apuntando licenciosidades, registradas a veces de modo grosero y repulsivo. Las cantigas de escarnio, aunque menos impiedosas, protestan contra los desregramientos de los individuos o de la sociedad como un todo. De este modo, ellas se constituyen en un instrumento  crítico o simples repertorio picante  de las costumbres del momento. D. Gonçal’Eanes de Aguilar supo manejar este tipo de lirismo en una época de guerra y entrechoque de ideas, cuando la Edad Media estaba en su auge. Y más: con su literatura contribuyó para la formación de nuestro idoma nacional.

D. Gonçal’Eanes de Aguilar, su muerte (2)

Nuestro ancestral, Gonçal’Eanes de Aguilar, aparece en la historia como um hombre generoso y magnánimo, pues incumbido de replobar, con la mayor rapidez posible, vastos territorios en torno del Señorío de Aguilar [a pedido del rey Alfonso XI], insistió para que los mudéjares permaneciesen en sus koras apesar de la expulsión ya haber sido decretada (1264). El señorío de Aguilar abarcaba no solamente la villa y sus términos jurisdicionales como también una serie de poblaciones conseguidas por mayorazgo > un privilegio relacionado con el sistema de distribución de herencias, a fin de salvaguardar la integridad patrimonial al hijo primogénito. Quintanilla Raso cita, entre otras, Monturque, Montalbán, Montilla Y Castillo de Anzur, que ya pertenecían a la Casa de Aguilar [originaria], además de otros bienes en cortijos, casas, viñas y castillos con sus respectivas aceñas ( > molinos), que llegaban hasta el rio Genil. Sin contar las otras herencias en Portugal, Extremadura y Castilla que él distribuye en testamento entre su mujer, D. Berenguela de Cardona [> de la más linajuda nobleza catalana], hija de D. Ramón Folch, VI visconde de Cardona [en verdad, su segundo matrimonio], los tres hijos varones [Gonzalo, Fernán y Tello) y las dos  hijas [Urraca y Leonor]. Cuanto al primer casamiento se desconoce casi todo, apenas sabemos que esta mujer se llamaba Juana Ruiz de Castro, hija de D. Rodrigo Fernández de Castro y D. Leonor González de Lara.
        En la vida de este ricohombre, nuestro antepasado linajudo, existen muchos hechos gloriosos, pero también algunos huecos oscuros, donde se incluye una traición justamente contra el rey Alfonso XI, su grande bienechor, realizada con el hermano y sucesor, Fernán González, último señor de Aguilar - según opina Salazar y Castro. Ambos se desligaron del rey castellano y se pusieron al servicio del rey de Granada, al lado de  tres poderosísimos linajes de la más alta y vieja nobleza de Castilla. Eran tiempos difíciles para los nobles de España y de muchas revueltas mudéjares (> mahometanos a quien se permitía, a cambio de tributos, seguir viviendo entre los vencedores cristianos sin mudar de religión), concepto antónimo al sustantivo plural mozárabes. Posteriormente, regresaron arrependidos y se colocaron nuevamente al servicio del rey castellano. Hasta el próprio Alfonso XI pidió al papa para que les absolviese de la excomunión y demás penas y pecados…
Antes de morir, D. Gonçal’Eanes de Aguilar comandó las tropas de Córdoba en la batalla del río Salado (Cádiz,1340). Su muerte es una incognita, pues según algunos murió ahogado en el río Guadarranque, en la bahía de Algeciras; otros, dicen que murió arrestado, por orden real, en la Torre de Cartagena (Murcia,1341), victimado por su incurable dolencia/achaque (¿?); otros aún, que murió  en aquella batalla tras heróicas acciones (¡!). Y hay quien afirme que murió en el cerco de Algeciras o en la vega de Granada, en lucha encarnizada contra los moros granadinos (1344). Con la muerte de su padre, D. Tello  González de Aguilar – durante su ida a Portugal, el rey Henrique II donara el señorío de Aguilar a Gonzalo Fernández de Córdoba, El Gran Capitán (1370) - reclamó sus derechos testamentarios, pero como palabra de rey no vuelve atrás, el Señorío de Aguilar y todos sus heredamientos pasanron a las manos de la Corona, pues D. Tello no dejaba descendencia. Y así termina la saga de D. Gonçal’Eanes de Aguilar, sustituído por un nuevo linaje, el de los señores de Córdoba, en cujas manos triunfadoras cai el señorio de Aguilar. Su famoso representante tiene el nombre pomposo de El Gran Capitán, D. Gonzalo Fernández de Córdoba y Aguilar (1453-1515), eterno comandante español a servicio de los Reyes Católicos, hijo del noble caballero D. Pedro Fernández de Aguilar, 5º señor de Aguilar de la Frontera. De interesante, se dice que fue espía y negociador de la rendición de Boabdil, último rey nazarí de Granada (1492).

D. Gonçal'Eanes d'Ovinal, señor de Aguilar (1)

             D. Gonçal’Eanes d’Ovinhal , señor de Aguilar (1)

           La historia particular del trovador Gonçal’Eanes d’OVinhal y señor de Aguilar -  nuestro ancestral más famoso y primeiro Aguilar de hecho y de derecho - es relatada por genealogistas portugueses y castellanos. Este caballero y trovador de renombre tuvo participación activa en la nueva configuración del sur de España. Según Salvador de Moxó, nuestro antepasado pertenecía a la vieja nobleza castellano-portuguesa, formada en la etapa más dinámica y difícil de la Reconquista (siglos XII/XIII). Tratase de un ricohombre, representante de la alta nobleza hispánica, o sea, un hombre influente y poderoso, no por ocupar altos cargos administrativos, y sí por haber alcanzado la verdadera y real dignidad de la ricahombría de sangre. Su procedencia surge en Nobiliarios > D. Egas y D. Gueda, hijos de un ricohombre de Toledo, Mendo Gómez y Ibáñez, pasan al condado de Portucale (1090) a pedido del conde D. Henrique de Borgoña, casado com D. Teresa de León > hija [ilegítima] del rey Alfonso VI de Castilla. En pagamiento por sus servicios militares contra los moros, ambos reciben dos estupendos señorios: D. Gueda se torna senhor de Aguiar, en la Junta de Alafaiates (distrito de Sabugal), donde se instalan definitivamente, él y sus descendientes: de este ricohombre provienen los Aguiar. A su vez, D. Egas recibe el señorío d’Ovinhal, en las proximidades de Vila Nova de Famalição: de este ricohombre descendemos los Aguilar, a través de D. Gonçal’Eanes d’Ovinhal, merecidamente el trovador más famoso de aquellos tiempos.
            Como descendientes de D. Egas aparecen: su hijo Gómez Viegas (o Egas) > 2º señor d’Ovinhal y padre de Juan Gómez > 3º señor d’Ovinhal, padre a su vez de nuestro Gonçal’Eanes > 4º señor d’Ovinhal. Se dice que participó de la reconquista de Sevilla y casó com D. María Pérez de Aguilar, hija de D. Pedro Mendez de Aguilar, ricohombre  asentado en Poley [villa musulmana], futura Aguilar de la Frontera (Córdoba). La pesquisidora Víñez Sánchez nos dice que fuera de esos dos acontecimentos, nada más sabemos al respecto de Gonçal’Eanes de Aguilar.Sin embargo, por otros documentos de referencia, sabemos sí que él fue el primogénito de cinco (5) hermanos, y uno de los que más se benefició del Repartimiento de Sevilla: aqui Gonçal’Eanes aparece como conquistador y vecino de Córdoba. Y también se hace mención a su padre, Juan Gómez d’Ovinhal, como ‘gran conquistador de Sevilla’. Martín Eanes [hermano] participa directamente de los acontecimientos militares de Castilla en tiempos de los reyes Fernando III y Alfonso X. Y, por esta participación en las campañas contra los moros, se torna el ‘otro Aguilar’ más favorecido en las donaciones reales, incluso apareciendo en la precedencia de la Casa de Aguilar.  Y aún gana destaque en la reconquista de Murcia (1243) así como en una revuelta mudéjar (1264). No hay cualquier duda cuanto a la data de su transferencia para Castilla, que ocurre ‘por las alteraciones de aquel reino [de Castilla] en tiempos de su rey D. Sancho’, y  alteraciones políticas de Portugal’, o sea, cuando Castilla reconquistó Polei, futura Aguilar de la Frontera (1240). Era portugués de linaje, aunque el apellido ‘do Vinhal’ pueda provenir de Galicia. Salazar de Mendoza resuelve esta cuestión: el linaje ‘d’Ovinhal’ era muy antiguo y muy principal en Toledo,y despues en Portugal, de donde volvió a Castilla. Moxó afirma que el linaje ‘d’Ovinhal’ es, sin duda alguna, de origen portugués.
         En el Libro de donadíos, aparece Gonçal’Eanes d’Ovinhal recibiendo donadíos mayores, por ser representante de  la nobleza vieja castellana [> ricahombría], y caballero de linaje entre los 200 hijos dalgo castellanos que viven con sus familias y, sobre todo, porque disponiendo de caballos y armas  prestam los correspondientes servicios, y se someten a los fueros de la ciudad. En repetidas ocasiones,  Gonçal’Eanes de Aguilar aparece también tomando parte de los caballeros de mesnada, esto es, caballeros del reino [de Castilla] que guardan al rey, de día y de noche, y que si se hiciese necessario morerían por él.. En virtud de estos atributos y servícios, nuestro ancestral recibió el señorio de Aguilar, cuya conquista se llevó a cabo por el método más simples, o sea, ‘dominada la ciudad que era el centro político y económico, las poblaciones campiñesas se fueron entregando por capitulación unos años después, en torno de 1240’. La conquista por capitulación o pacto implicaba conservar las propiedades por parte de los habitantes, así como sus libertades políticas y económicas, aunque deberían pagar al nuevo rey los tributos que antes pagaban al rey musulmán. Collantes de Terán nos dice que la repoblación de estas zonas recaía sobre una ‘pequeña nobleza’, que cuidaba estrategicamente de la frontera. Gonçal’Eanes recibió el señorío de Aguilar a raíz de la sublevación de Écija (1252/53), aunque otros pesquisidores transfieren esa data para 1257/58 cuando Poley es devuelta a la corona de Castilla como condición precisa para la donación a Gonçal’Eanes, por cédula real de Alfonso X, El Sabio. Y más:  se discute se la donación incluia apenas el castillo/fortaleza o la villa y sus propiedades, pero ante el legajo citado en Diplomatario, por González Jiménez, no tenemos la menor duda: incluía todo el acervo arquitectónico y sus inúmeras y ricas propiedades.
         Fernández González trascribe la descripción del castillo de Aguilar de la Frontera. Por curiosidad, copié algunas medidas:  érguese sobre un cuadrilátero o estribo de sillería, con 240 pies de longitud, de sólida construcción sobre un tajado peñasco, coronado de almenas y defendido por un foso. La fortaleza está dominada por un torreón circular. El salón del homenaje tiene 75 pies de largura por 30 de anchura. Posee tres ventanas… El patio tiene 110 de largo por 85 de ancho. Hoy todo él está en el más deplorable estado de conservación - ‘cuando el vandalismo de la ignorancia se deja sentir’ - aunque la mano del tiempo no consiga borrar los vistosos remates donde sobresalen águilas y rapantes, símbolos del estado y del nombre Aguilar. A finales del siglo XIX, cuando el presbítero D. Fernando López de Cárdenas, escribió estos apuntes, aún era habitable, con muros casi intectos y digno de ser visto en toda sus dimensiones. Hoy, infelizmente,’es solo un esteril montón de ruinas’.
Según dos legajos que aún sobreviven,  el castillo y la villa fueron donados por el rei Alfonso X, su mujer Violante y su hijo Fernando. El primero dice así:   en Cartagena, a 16 del mes de Abril de 1295, el rey D. Alfonso X y la reina D. Violante, y en nombre del infante Fernando, se concedió ‘privilegio’ a D. Gonzalo Yáñez Dovinal, del castillo de Poley, a quien puso por nombre AGUILAR, para el dicho y para todos sus herederos, con todas sus fortalezas y aguas. Fue dado en troca del castillo de Puentes”. Hoy, este último es un bellísimo monumento de Córdoba, junto al puente sobre el río Guadalquibir. El otro legajo es más completo, y afirma textualmente la donación total de la kora musulmana: ”privilegio rodado del rey D. Alfonso el Sabio, junto con la reina D. Violante, su mujer,y el infante D. Fernando, su hijo, hace merced y donación a D. Gonzalo Ibáñez do Vinhal, de la villa y del castillo de Poley, a quien su majestad ponía nombre de AGUILAR, entre Córdoba y Lucena, con todas sus rentas y con todo su pedido, heredamientos, aguas, montes, ríos, molinos, huertas y todas sus pertenencias, por juro de heredad, para sí, sus hijos y sus nietos y todos los que hubiese de sucederle, y que puediese vender, empeñar y enagenar”. Aunque según el texto fue D. Alfonso XI quien mudó el nombre de Poley para Aguilar, existen teóricos que niegan este veredicto, y dicen que foi el própio trovador que realizó esa mudanza, o sea, declinó el apellido D’Ovinhal, y adoptó a partir de aquella data (1295), para siempre y por los siglos futuros,  uno de los linajes más abolengos de que se tiene noticia en la historia – el apellido Aguilar. Sin embargo, esta mudanza de nombre ya estaba prevista en cláusulas reales. El cambio se hizo, em verdad, para seguir una tradicional costumbre que tuvo inicio en el Repartimiento de Sevilla, o sea, cristianizar todo y borrar las huellas paganas hasta en los nombres de pueblos y alquerías. Por eso, D. Gonçal’Eanes mudó el apellido D’Ovinhal por Aguilar. Hay tratadistas que insisten en decir que fue el propio trovador que hizo esa troca, em memoria de su madre, D. Maria Méndez de Aguilar. Cuanto al distintivo ‘de la Frontera’, quien hizo la mudanza fue el alcalde de la villa, D. Pedro de Lucena y Per Iváñez, mayordomo de Gonçal’Eanes, porque hasta 1492 fue realmente frontera entre los reinos cristianos y mahometanos. Pero la ubicación es la misma de antiguamente: es ‘andaluza’ y se sitúa entre los términos  de Lucena y Zambra.

Prádanos de Ojeda – el apellido AGUILAR (3)

         En tiempos del  rey Alfonso VIII (1155-1214) - El de las Navas -, se tentó impedir la formación de grandes señoríos nobiliarios, a causa  del auge y engrandecimiento de la nobleza castellana. En esa misma época, los árabes perdían la unidad política frente a los reinos Taifas (siglos X/XI).De hecho, mientras el poder central estuvo en Córdoba, los cristianos no atacaron de modo organizado los territorios musulmanes, pero con las divisiones internas del Califato en 39 reinos Taifas independientes y, muchas veces, enemigos entre sí, los reyes cristianos aprovecharon la ocasión y fomentaron por todos los medios ataques continuos a esos reinos a través de guerrillas, incursiones [bien o mal sucedidas], saqueos, devastaciones etc. Grande parte de esos movimientos fueron promovidos y dirigidos por los papas a través de las tan decantadas y polémicas Cruzadas. En España (1073), Gregorio VII lanzó una cruzada contra los moros, arrebañando caballeros de toda Europa, entre los cuales se destacaron nuestros ancestrales del linaje AGUILAR. Después de la estruendosa victoria cristiana en Las Navas de Tolosa (1212), territorios  y señoríos fueron distribuidos entre los distintos guerreros y, en consecuencia, surgieron grandes e inúmeros señoríos coincidiendo casi siempre con comarcas naturales. En la época de los Trastamaras, aparecieron importantes donaciones reales y nobiliarias, otorgadas a caballeros del más alto rango. Normalmente, no eran nobles antiguos, y sí nuevos ricoshombres venidos de Portugal y de otros países de Europa. Nuestro mayor representante fue Gonçal’Eanes d’Ovinhal (después llamado de Aguilar), que dejó Vila Nova de Famalição (en las proximidades de Braga, Portugal) y se radicó en Aguilar de la Frontera, como dejamos arriba consignado. Martín Cardío afirma que en amplias zonas de valles frondosos o riberas del Tajo/Guadiana/Guadalquivir, existía en la época ‘una falta enorme de potencial económico y demográfico’. Por eso, todas sus tierras fueron donadas a la alta nobleza y a diversas Órdenes militares. Entre esos señoríos y sus castillos/fortalezas, estuvo AGUILAR de la Frontera, en la región fronteriza Córdoba/Granada.
El perímetro solariego de Aguilar de la Frontera preséntase dividido en dos partes fisicogeográficas muy bien diferenciadas: la Alta Campiña es el punto central del antiguo señorío de nuestros antepasados con linaje AGUILAR, y también núcleo histórico de los Fernández de Córdoba y Aguilar, señores poderosos y altivos del castillo/fortaleza construido en el Medievo. El relieve es mucho más accidentado y escarpado que el terreno donde se extiende la Baja Campiña, más en consonancia con los plegamientos tipo alpino. La loma y cerros campestres donde se sitúa el perímetro urbano de Aguilar están delimitados por laderas ‘acantiladas’ de donde le viene la propia toponimia > ‘lugar de águilas’, favoreciendo un contraste mayor entre las dos campiñas (Alta y Baja). Dos monumentos de importancia se destacan en Aguilar: la laguna del Soñar (al suroeste del pueblo), y el cerro sobre el cual se yergue el famoso castillo/fortaleza construido en el Medievo. Aguilar de la Frontera adquierió importancia en los tiempos de la reconquista hispánica contra los moros (1240) y durante la guerra civil entre D. Pedro I, El Cruel, y D. Enrique II (1334-1379), El Magnífico o El de las Mercede,[de la dinastía Trastamara]: Magnífico porque perdonó generosamente a moros y judíos que habían luchado contra él y a favor de su hermano, D. Pedro I; y de las Mercedes, porque concedió títulos y señoríos sin medida a sus aliados, como pagamiento por la ayuda en armas y vasallos recibidos durante la contienda que duró casi 14 años. Los Aguilar y sus señoríos se multiplican durante el reinado de Enrique II, El de las Mercedes

sábado, 26 de maio de 2012

Prádanos de Ojeda - el apellido AGUILAR (1 y 2)

Prádanos de Ojeda – el apellido AGUILAR (1)

Los escudos y blasones estudiados por la heráldica – una ciencia auxiliar de la Historia – surgieron en la segunda mitad de la Alta Edad Media (siglos IX/XI), en la Alemania. Inicialmente, comenzaron como formas de expresión artística, pero luego se tornaron elementos indispensables del derecho medieval y de las dinastías reales de Europa. De inmediato, se presentaron como un código universal de identificación de las personas nobles y de cierta hidalguía, siendo incorporado paulatinamente por las camadas más pobres de la sociedad feudal, ahora como forma de mostrar y diferenciarse de los otros estagmentos de la época: la nobreza (hidalgos) y la iglesia (clero). En seguida, pasaron a identificar linajes y miembros jerárquicos de diferentes categorias sociales [en España, para usar un blasón/escudo eran necesarias más de 400 mil doblas > moneda castellana de oro, acuñada en el Medievo, de ley, peso y valor variables). Más tarde, este costumbre fue adoptado para identificar otros colectivos sociales, como gremios, asociaciones, hermandades religiosas y civiles, Órdenes militares etc, así como también pueblos, villas y territórios.
          Hoy, los apellidos, el blasón, el escudo familiar y la genealogía, son cosas a las cuales no damos la menor importancia, pero en el período feudal y durante la Edad Media, estos asuntos tenían mucha relevancia, sobre todo para la nobleza (más rica y poderosa), aunque las clases populares o de servidumbre también se interesaban por su linaje ancestral. Y todos ellos tenían un motivo muy fuerte: los nobles demostraban grande interés por la alcúrnia y sus ramificaciones, porque existían reglas y leyes sobre los herendamientos, legajos, propiedades y fortunas, incluso territorios enteros dejados en testamento para muchos familiares. Y hacían cuestión de respetarlas como ato de hidalguía, lealtad Y buena educación. Romper estas reglas implicaba entrar en conflitos espinosos, y hasta en guerras entre reinos para retomar fincas y tierras testamentarias. En esta misma dirección, Turi King, da Universidad de Leicester (RU), reveló  últimamente en sus pesquisas que entre dos hombres con el mismo apellido existen 24% de probabilidades de que compartan un antepasado común. Y se es un apellido de cierta raridad las probabilidades ascienden para 50%, aunque existan casos de paternidad que puedan dificultar la conexión genética ej.: una persona adoptada. Pero en casos raros, todas las personas con el mismo apellido, pueden estar conectadas en un árbol genealógico familiar, con más de 75% de posibilidades.
           Los apellidos AGUILAR (español) y Aguiar (portugués) – ambos provienen de un mismo tronco lingüístico, pues tienen idéntica raiz nominal? – poseen una noble alcurnia andaluza-toledana (> ascendencia y linaje, entre conspicuos nombres de familia con que se distinguen las personas de cualquier nación o país). El sustantivo patronímico AGUILAR deriva de la raiz árabe aguil > águila o aguilucho, y el sufijo –ar > terminación que indica lugar en que abunda el primitivo: en nuestro caso, águilas o aguiluchos. Ejemplos de palabras semejantes son: palomar > lugar de palomas; pinar > lugar de pinos; olivar > lugar de olivos… El apellido AGUILAR significa, en su etimología más pura y legítima, un lugar donde existen nidos de águilas. Y punto final. No veo otra origen como afirman algunos ‘tratadistas’ más lijeros en encontrar topónimos diferentes… Para estos, derivaria del latín aquilare, pero esto no es verdad. Tal vez aquilare o l’aquillare, cuando mucho, podrían dar origen a los Aguilera y derivados, pero nunca a los Aguilar. Con efecto, los primeros hidalgos que aparecen en la Historia con el apellido AGUILAR provienen de un solar próximo a desfiladeros o acantilados (terrenos escarpados) de Sierra Morena – Aguilar de la Frontera -, en los términos fronterizos entre Córdoba y Granada, 'donde surgió por la primera vez nuestro apellido como linaje o alcurnia de una grande família española'. No es por casualidad que el mayor contingente de personas con el apellido AGUILAR, si llevado en cuenta el porcentaje de otros apellidos, esté en algunas províncias de Andalucía -  Málaga ocupa el 32º lugar entre los apellidos más populares con 6.460 personas; Sevilla, el 49º con 5.940; Córdoba, el 66º con 3.477 y Cádiz, el 79º con 3.367. Entre tanto, Madrid (7.142 personas) y Barcelona (6.816 personas) ostentan, en números absolutos, el mayor contingente populacional con el apellido AGUILAR, pero  estos números tienen otra explicación más actual: la emigración. En España existen unas 60 mil personas con nuestro apellido. Y se dice que AGUILAR ocupa el 79º lugar entre los apellidos más frecuentes en la genealogía española. Por orden: 1)García; 2) Martínez; 3) Rodríguez; 4) López; 5) Hernández; 6) González y 7) Pérez, siendo que en México el apellido AGUILAR es más popular que en la península Ibérica
     Hay  lugares comunes a respecto de nuestro apellido, sin embargo no sabemos si eso es verdad o es pura invención.  No hay documentos que atestiguen con fidelidad esos dados ‘históricos’, pues con la fiebre insana en buscar origenes nobiliarios para sí o para la propia família, muchos aprovechadores y personas mal intencionadas, lanzaron mano de un personaje de la historia real, sobre todo de aquellos caballeros mozárabes del Medievo [> individuos hispánicos que, consentidos por el derecho islámico como tributarios, vivieron en la España musulmana hasta finales del siglo XI, conservándose como cristianos], ilustres y esforzados campeones en los campos de batalla. Así, en la historia del apellido AGUILAR existe un ricohombre, o sea, un personaje histórico  que antiguamente pertenecía a la primera nobleza de España. Este caballero [mozárabe] que vivía en el reino taifa de Toledo - aún bajo la intervención musulmana -, se llamaba Don Mendo Gómez y Ibañez: fue un hidalgo de privilegio, esto es,  un caballero medieval que se tornara noble y distinguido por merced del rey a causa de sus hazañas, heróicas y gloriosas, en diversas campañas contra los moros. Don Mendo Gómez y Ibañez – existe una posibilidad de haber sido ayo real - a lo que consta, fue un hidalgo que colocó a servicio del rey Afonso VI (1039- 1109), los siervos/vasallos y armas de que disponía en sus ricas haciendas o señoríos toledanos para luchar contra los moros, en la época de la Reconquista.       Sobre Alfonso VI, rey de León, Castilla Y Galicia, intitulado Imperator totius Hispaniae  (1077), y también del reino taifa de Toledo, Al-Mamun (1085), la Historia de España es pródiga en hablar largamente de él. Un filme épico, EL Cid, protagonizado por Charlon Heston, subscribe algunos rasgos personalalizados de este rey castellano. Pues bien, después de apoderarse de Toledo, Afonso VI dió secuencia a una serie de gestas guerreras contra los reinos Taifas de Córdoba, Sevilla, Murcia, Badajoz, Granada etc; apenas fue mal sucedido en Zalaca y Uclés contra los almorávidas. En todas estas escaramuzas contra los árabes aparece la figura magnánima de Don Mendo. Este personaje y sus dos hijos, nietos y biznietos, existieron realmente así como sus heróicas hazañas contra los árabes. Pero la leyenda de los cantares de gesta, tipo Poema del Mío Cid, se encargó de añadir algunos detalles asombrosos.
Don Mendo Gómez y Ibañez tuvo dos hijos: Don Egas y Don Gueda, cognominado El Viejo, de los cuales se dice que descendemos los Aguilar (apellido español) y los Aguiar (apellido portugués), respectivamente. Para explicar la procedencia portuguesa, los ‘tratadistas’ de nuestro apellido usan la misma estratagema, esto es, lanzan mano de los hechos guerreros de Afonso I de Portugal, más conocido como Dom Afonso Henriques (1109-1185), cognominado El Conquistador; este rei venció numerosas batallas contra los moros ej: Leiria (1145, Santarém (1147, Alcácer (1160), etc. Los árabes le llamaban Ibn-Arrik (‘hijo de Henrique’, o también El-Bortukali, ‘El Portugués’). En su reinado, Portugal se tornó independiente de León y Castilla (1143). En todas esas batallas, el lado legendario de los AGUILAR o AGUIAR, también coloca sus mejores antepasados, Don Egas y Don Gueda, como caballeros de grande coraje y valentía, ahora héroes nacionales a servicio de Afonso I de Portugal, visto que la independência y conquista del condado estaban en peligro. ¿Y por que Don Egas y Don Gueda colocarían sus siervos/vasallos y armas al servio del rey portugués?  Evidentemente, no solo por amistad, hidalguía y lealtad, como principalmente por razones de patentesco y de estado, pues la esposa de Afonso I [D. Teresa de León] era hija de Afonso VI, a quien debían obediencia y suseranía:  recibiera como dote de casamiento el Condado de Portucale, amenazado por los árabes. En realidad, todo este discurso tiene por objetivo legitimar nuestro apellido, pues el primer hidalgo a usar AGUILAR sería precisamente el nieto de Don Mendo, o sea, Don Juan Gómez d’Ovinhal {actual Vila Nova de Famalição, al norte del país vecino}, hijo de Don Egas y sobrino de Don Gueda.
De hecho, D. João, hijo de Don Egas, y nieto de Don Mendo - según reza la tradición – comenzó a utilizar el apellido AGUILAR como distintivo de su señorío después de contraer matrimonio con D. María Pérez de Aguilar, hija de Pedro Méndez de Aguilar y Estefanía Méndez de Gundar. En la Historia, este señorío se presenta como Bulay o Poley (antigua Ipagrun ibero-romana), villa incluida en el reino nazirí de Granada y en la kora [> territorio poco extenso entre los musulmanes] de Cabra (Córdoba), después de la derrota cristiana para los guerreros del vizir Abdallah (891). El topónimo actual de Aguilar de la Frontera le fue dado por Fernando III, El Santo, cuando reconquistó aquella fortaleza (1240). Y dando pábulo a la saga de los Aguilar, se dice que el primer gobernador de la villa fue precisamente el portugués Don Gonçal’Eanes d’Ovinhal, hijo de Don Juan Gómez d’Ovinhal y uno de los más famosos trovadores del Medievo. Posteriormente, en tiempos de Alfonso X, El Sabio, el señorío pasó a denominarse oficialmente Señorío de Aguilar o Aguilar de la Frontera, apellido heredado de la madre de Don Gonçalo, en recompensa por servicios prestados por este ricohombre como emérito caballero a servicio del rey castellano. Curiosamente, se enemistó con el rey que le colocó el apodo de “caballero de dos espadas” a causa de sus diatribas trovadorescas. En realidad, la donación de señoríos era costumbre arraigada [sin duda, herencia romana] entre los reyes hispanos, como recompensa a sus mejores vasallos y valerosos guerreros, durante la Reconquista.  El calificativo ‘de la Frontera’ se debe a su localización geográfica, próxima al ultimo baluarte árabe en España, el reino de Granada. Con el final de la guerra civil entre Don Pedro I y Don Enrique II, la villa pasó a ser propiedad de Don Gonzalo Fernández de Córdoba y Aguilar (1453-1515), El Gran Capitán, comandante español al servicio de los Reyes Católicos. Ubicado sobre una colina, el castillo de Aguilar de la Frontera aún recuerda su denso pasado medieval.
        La importancia histórica de nuestro apellido consta en una pesquisa conclusiva de Antonia Víñez Sánchez (2004): Don Gonçal’Eanes D’Ovinhal [después, apellidado de Aguilar], no era un simple hidalgo rural, y sí un ricohombre que pertenecía al grupo de la vieja nobleza de Castilla, o sea, ‘una familia que interviene de manera activa en un de los momentos cruciales en la configuración de la nueva zona peninsular. De ahí que figure entre los ricoshombres de Castilla. Don Gonçal’Eanes de Aguilar participó de la ‘etapa más dinámica de la Reconquista española’ (siglos XII/XIII) – dice nuestra pesquisidora. En ese momento, Don Gonçalo era un representante de la alta nobleza hispánica/portuguesa – un grupo de nobles caballeros, influentes y poderosos, elevados a ese rango debido ‘al ascenso del linaje a través de hechos militares’. Absolutamente diferentes de aquellos hidalgos, con altos cargos administrativos, pero de influencia apenas local o comarcal, básicamente rurales y de situación económica poco brillante. La ricahombría y la hidalguía eran realidades muy diferentes en la Edad Media. Existieron tres tipos de nobleza: los caballeros > situados en el extremo inferior (nobleza extraña al reino); los ricoshombres > en el superior (nobleza del reino); y los infanzones >nobles por nacimiento, incluidos en la nobleza inferior, criticados y despreciados en el siglo XIII. El Nobiliario, de Don Pedro, conde de Barcelos – ‘trovador’ y genealogista, nacido a finales del siglo XIII, y primero a interesarse por Gonçal’Eanes d’Ovinhal -, es una prueba irrefutable de la importancia histórica de nuestro apellido. Según estas anotaciones, el señor de Aguilar debió nacer en el primer tercio del siglo XIII. García Carrafa y Atienza reconocen en él un ‘ricohombre de Portugal, que logró también la dignidad de la ricahombría cuando pasó a Castilla’. Bethencourt lo califica de ‘ricohombre portugués, gran Privado del Consejo del rey Alfonso X’. Márquez de Castro lo denomina ‘rico ome de Portugal’; y Nemesio ‘hidalgo portugués’.
De acuerdo con el Nobiliario del conde de Barcelos, Don Gueda y Don Egas, hijos del caballero mozárabe Mendo Gómez y Ibáñez, originaron respectivamente, dos linajes distintos: del conde Don Gueda Bello, descienden los Aguiar; y del [conde] Don Egas d’Ovinhal – ‘linaje muy antiguo y muy principal en Toledo, después en Portugal, de donde volvió a Castilla’ (Salazar de Mendoza), descienden los AGUILAR. Palma Varo alude a la procedencia ‘de una antigua familia de Toledo’. García Carrafa afirma, sin titubear, que el [conde] Don Egas d’Ovinhal es ‘el primero de los Aguilar’. Y su hijo, Don Juan Gómez es ‘un ricohombre de Portugal, el 3º Señor d’Ovinal, gran conquistador de Sevilla’. En seguida, aparece Don Gonçal’Eanes, el 4º Señor d’Ovinhal y el primogénito de 5 hermanos, entre los cuales sobresale Martín Eanes que pasó a la Historia como el 'otro Aguilar' más beneficiado en la reconquista de Murcia y su relación con la Orden de Santiago, aunque este último detalle no signifique grande cosa, pues en el siglo XIII todas las familias nobles recorrían a las Ordenes militares para ‘colocar sus hijos’. La procedencia portuguesa de Don Gonçalo d’Ovinhal es reconocida por casi todos los genealogistas; solo no existe unanimidad cuanto a la data de su transferencia para Castilla. Marques de Castro señala que pasó a Castilla [desde Portugal] por las alteraciones de aquel reino en tiempos del rey D. Sancho, cuando ocurrió la rendición de Murcia (1242/43). Hay quien sostenga que el Señorío d’Ovinhal estaría localizado en Galicia y no en Portugal, pero Palma Varo nos dice textualmente: el linaje Aguilar no procede de Castilla ni de León, si no que tiene sus raíces en el reino de Portugal. Y más: el motivo de su salida del país vecino serían las luchas políticas entre el rey portugués y el clero. O, tal vez fuesen las relaciones entre el futuro rey Alfonso III de Portugal [conde de Borgonha] y Gonçal’Eanes de Aguilar, que no eran muy tranquilas.

Prádanos de Ojeda – el apellido AGUILAR (2)

Para entender las idas y venidas de nuestros ancestros linajudos, es necesario llevar en consideración la realidad de las fronteras entre castellano-leoneses, gallegos y portugueses, a partir de 1128, data en que el reino de Portugal se separó de los otros reinos vecinos. En verdad, nada impidió esa grande movilización de caballeros y ricohombres en toda la península Ibérica. Causas de orden geográfico, social o político, entre otros factores, prevalecieron sobre los lazos de parentesco y hábitos de buena vecindad. Pero esa proximidad geográfica de fronteras entre el Alto Minho y Galicia/León, por ejemplo, siempre fortaleció los lazos de familia entre uno y otro lado de aquel ‘rio vecinal’. Así podemos concluir que la reconstrucción histórica del linaje AGUILAR, a partir de un ricohombre [mozárabe] de Toledo, Mendo Gómez y Ibáñez y sus herederos, tuvo tres focos de irradiación hispánica:
1) el Señorío d’Ovinhal (al norte de la península);
2) los señoríos testamentarios de D. Mendo [(¡no disponemos de topónimos nominativos concretos, de este caballero linajudo), en el centro];  y
3) el Señorío de Aguilar de la Frontera (al sur).
     Concretamente, el Señorío d’Ovinhal, según pesquisas del historiador lusitano Antonio da Costa López, se localizaba en la parroquia de Vila Nova de Famalição, ciudad del distrito de Braga, en la región norte y subregión de Ave, hoy con 201,85 km², y más de 134 mil habitantes. El Señorío d’Ovinhal correspondería a una de las 49 parroquias, donadas por  D. Sancho I a los ricoshombres de la época (1205) – es muy posible que estuviese ubicado en la famosa Tierra de Vermoim, fértil y aplacible. Resende de Oliveira sitúa el lugar de su nacimiento en un señorío entre Figueiras y Celorico de Basto. El rey recomendó a sus donatarios que realizasen una feria popular, de 15 en 15 días, a los domingos. Hoy, acontece religiosamente esa feria, como reza la tradición. Documentos recogidos por historiadores lusitanos – las escasas relatorías que sobrevivieron al tiempo nos hablan de condes y nobles caballeros – atestiguan el dinamismo socioeconómico que se hacía presente en ciertas zonas del Entre-Douro-e-Minho portugués. García Cortázar lo denominó de ‘control estratégico, acomodación humana y aprovechamiento del territorio’. Aquí nuestros ancestrales fijaron residencia por muchos y muchos años. Hay quien diga que de aquí se irradiaron las diversas ramas del linaje AGUILAR en dirección a Galícia, Asturias, León, Castilla La Vieja y Navarra.
La historia de Mendo Gómez y Ibáñez tiene una análisis diferenciada a la luz del discurso empleado en la época, cuando se hablaba de ‘principales’, de ‘poderosos’, de ‘nobles hijosdalgo’ y de ‘hombres ricos’, que marcaron la jerarquía en la sociedad de Castilla (siglos XI/XIII): el prestigio, el poder, la nobleza y la riqueza. La elite toledana en tiempos de Don Mendo se definía por la hidalguía y la pertenencia a algún linaje, reconocidas y reputadas en toda la comarca, pues sus titulares debían poseer un considerable potencial económico (tierras, aguas, rebaños etc), además de vínculos públicos, mayorazgos, criados, caballos… En general, estaban emparentados con influentes políticos locales, o eran integrantes de las elites comarcales ricas em títulos, vasallos… Dependían aún de las dimensiones de su poder y riqueza, lo que quiere decir,  importancia de sus señoríos/estados > vastas propiedades agrícolas con sólida independencia financiera. La hidalguía de Don Mendo así como toda la ricahombría castellana demostraban su nobleza por reconocimiento y aceptación pública, o a título de hidalguía por privilegio, que es el caso de nuestro ancestral > merced concedida por el rey Alfonso VI, que le alzó a miembro destacado de la nobleza de Toledo.
Los señoríos castellanos hincaban sus raíces en el feudalismo, y tenían como causa primera el vacío de autoridad ante el desaparecimiento del Occidente. Y en la península Ibérica, a él se juntó la avasalladora reconquista cristiana. Estos dos motivos (feudalismo y señorío castellano), según comentario de  Salvador de Moxó, hicieron de Don Mendo un ricohombre entre los ‘inquietos toledanos’, que lucharon a favor de las ansias independientes de los rebeldes mozárabes castellanos. No en vano se tornó el heroico defensor de la independencia de Toledo ante el dominio musulmán! Quien sabe: la propia tributación islámica se tornara insoportable!… De ahí su participación en la reconquista de Toledo por Alonso VI (1085). Consta que el rey Alfonso VIII (1188) cedió varios señoríos, en las riberas del Tajo, al maestre Don Gómez (¿?), de la Orden de Trujillo, para que los repoblase. En los siglos XII/XIII, de norte a sur, de este a oeste, una tupida red de señoríos impregnaba el solar de la corona de Castilla ej.: Casa de Aguilar, estudiada por Concepción Quintanilla. En verdad, los señoríos constituían un elemento nuclear de la articulación y movilidad social en los territorios reales de Castilla, a finales de la Edad Media. En general, esos señoríos/estados > vastas propiedades agrícolas, pero de sólida independencia económica, tenían como titulares a gentes encuadradas en el ámbito de la nobleza caballeresca. Y en cabeza se encontraban los ‘ricos hombres’, esto es, los integrantes de la alta nobleza con tres rasgos esenciales: abolengo, patrimonio y privanza (cargos de primera línea en la corte real). Hasta el siglo XV, la mejor forma para lograr un buen señorío era  prestando servicios de naturaleza militar al monarca en ejercicio. Ejemplo de esta realidad ocurrió en tiempos de Felipe II: este rey concedió un privilegio de hidalguía a un ricohombre. En el título aparecían reseñados los múltiples servicios militares prestados por el agraciado y sus ancestros, aunque para obtener el título nobiliario el ricohombre tuviese que pagar 5 mil ducados de oro a la Hacienda Real.
      Por otro lado, estos ricohombres de Castilla basan la mayor parte de sus riquezas en la explotación de las tierras y de la ganadería, y no en el comercio, ‘tarea practicamente inútil, considerada muchas veces como vil, deshonesta y repugnante’. Y así continuó a lo largo de la Edad Moderna como medio de enriquecimiento más prestigioso. Por eso podemos adelantar que Don Mendo – de donde descienden los Aguilar/Aguiar – era un terrateniente que tenía muchas personas a su cargo, bien asalariados, sea como arrendatarios de sus tierras (‘dador de trabajo’), sea como arrendador real. Particularmente, las fuentes de renda de nuestro ancestral procedían de la agricultura (cosechas de cereales, fabricación de vinos y aceites etc), de la ganadería y de rendas de deudas públicas y privadas, alquileres y arrendamientos (mesones, tiendas, casas, molinos, etc). El señorío jurisdiccional disponía también de rendas de carácter feudal ej.: dehesas, montes… Sin embargo, debemos llevar en cuenta que Toledo es una tierra semiárida e, por eso, el aprovechamiento de los señoríos gira en torno de dos actividades principales: el cultivo de cereales de secano y la creación de ganado, sobre todo el lanar que aprovecha tanto los rastrojos (restos del cereal tras la siega) como las parcelas de año y vez del barbecho. En zonas de abundancia hídrica aparecen culturas como la vid, el olivo, árboles frutales, productos de huerta etc. Hubo señoríos con más de 676 km² > antiguo señorío de Montalbán, que se extendía a ambos lados del rio Tajo, usado pelos ganados merinos trashumantes durante el invierno. Había señoríos, nos dice Julio Valdeón, que ejercían un indiscutible protagonismo socioeconómico, judicial y político-militar en Castilla. Esto nos lleva a pensar con absoluta certeza: los señoríos de nuestro ancestral mayor en Toledo, Don Mendo Gómez y Ibáñez, abarcaban pueblos enteros o regiones conseguidas o por donaciones y mercedes reales o por ventas hechas en los apuros de la Hacienda Real a particulares, pues el señorío era una verdadera plataforma de poder y riqueza. Es mi opinión tras estudiar la trayectoria del abuelo de los AGUILAR.